«Lloré por la escuela a la que no asistí, por los libros que no leí, por los hermanos que no tuve, por el padre que no conocí, por mi madre resplandeciente y tiesa en el piso frío de una cocina que ya no existe, una casa que fue derrumbada por los tornados, las inundaciones, la tierra incapaz de sostener los cimientos. Lloré por mi pequeña familia desquiciada, la otra familia que me aceptó y cuidó, mi familia de niños tarántula, a los que dejé una noche para buscar alimentos y cuando volví los encontré muertos.»
Agustina Bazterrica es una destacada escritora argentina nacida en Buenos Aires. Licenciada en Artes por la Universidad de Buenos Aires, completó su formación en diversos talleres de escritura creativa. Inició su carrera en el ámbito literario, destacándose inmediatamente en la narrativa contemporánea y la crítica social. Su debut como novelista, Matar a la niña fue publicado en 2013; anteriormente había publicado relatos cortos, que le valieron premios y menciones honoríficas. En 2017, ganó el Premio Clarín de Novela con Cadáver exquisito, consolidando su posición en la literatura argentina actual.
Últimamente, el género distópico se ha visto desgastado, quizá innecesariamente, por sagas juveniles como Maze Runner de James Dashner, Los Juegos del Hambre de Suzanne Collins, Divergente de Veronica Roth, La quinta ola de Rick Yancey, Legend de Marie Lu, y un largo etcétera. Estas obras, aunque populares, han simplificado los elementos distópicos en favor de tramas orientadas a la acción y el romance juvenil, resultando en su mayoría superficiales, con mundos distópicos que fungen más como un telón de fondo atractivo pero insustancial, que como un recurso literario real. Por otra parte, existen distopías serias que abordan profundas cuestiones filosóficas y sociales, como Un Mundo Feliz de Aldous Huxley, 1984 de George Orwell, El Cuento de la Criada de Margaret Atwood, Fahrenheit 451 de Ray Bradbury y Nosotros de Yevgueni Zamiatin. Agustina Bazterrica se suma a este selecto grupo de distopías tan profundas como fascinantes con Cadáver exquisito, donde expone la deshumanización y la violencia extrema que pueden surgir cuando se normaliza la explotación y el consumo de carne humana, cuestionando los límites de la moral y la ética en situaciones extremas, lo que en realidad envuelve una crítica a la desigualdad social y la deshumanización de los más vulnerables. En 2023, Bazterrica vuelve a hacer un gran aporte a los mundos distópicos con Las Indignas. No obstante, antes de continuar con la reseña, he aquí la sinopsis:
«El mundo como lo conocemos ha desaparecido después del gran apagón, guerras por el agua y catástrofes ambientales. Los días pasan de gélidos a sofocantes en cuestión de horas, apenas hay animales ni naturaleza y pocas personas han sobrevivido. En este presente desolador, varias mujeres viven confinadas en la Casa de la Hermandad Sagrada, sometidas a los designios de un culto religioso. Una de ellas cuenta esta historia, escrita a escondidas noche tras noche para que un día alguien sepa todo lo que pasa entre esas paredes: torturas, sacrificios y ceremonias terroríficas en nombre de la iluminación. Se encuentran bajo el mando estricto de la Hermana Superior, por encima de quien solo se erige "Él". ¿Quién es Él? Poco se sabe; nadie puede verlo, pero domina desde las sombras.»
Las Indignas recuerda mucho a El Cuento de la Criada de Atwood, ya que ambas obras exploran la opresión sistemática de las mujeres bajo regímenes totalitarios y fanáticos, donde los cuerpos y las mentes son controlados por doctrinas extremistas. Siempre he creído que las distopías son importantes no porque intenten proyectar futuros oscuros, sino porque sirven como vehículos para que los escritores critiquen nuestro presente o la dirección que está tomando la sociedad. A través de mundos ficticios, los autores pueden exagerar tendencias actuales, destacando los peligros de la tiranía, la pérdida de libertad, el control social y la deshumanización. Estas narrativas nos incitan a considerar las implicaciones éticas y morales de nuestras acciones, como sociedad, y las decisiones e implicaciones colectivas.
Las distopías permiten contar historias que de otro modo serían censuradas por gobiernos o regímenes antes incluso de su publicación. Aunque muchas terminan en la censura debido a su crítica evidente, logran colarse y difundirse, exponiendo tanto verdades incómodas como crímenes de lesa humanidad. Las distopías no solo sirven como espejos oscuros de nuestra sociedad, sino que también contienen el pensamiento filosófico del escritor, tratando de abogar casi siempre por la verdad, la justicia, la igualdad y la libertad. La filosofía inherente en las distopías cuestiona el autoritarismo y defiende el derecho del ser humano a la autodeterminación, planteando profundas reflexiones sobre el destino colectivo y personal en una sociedad que parece empeñada en restringir la libertad y controlar cada aspecto de la vida. Los autores distópicos nos invitan a reflexionar sobre nuestras realidades, convirtiendo la literatura en una poderosa herramienta de pensamiento crítico.
Agustina Bazterrica nos presenta en Las Indignas una visión distópica y desoladora de un futuro donde la humanidad ha sido devastada por un cataclismo ambiental. No sabemos exactamente en qué año estamos o cómo ocurrió este cataclismo, pero la situación no parece alejarse mucho de una posibilidad tan latente como real. En este sombrío panorama, los supervivientes buscan refugio en comunidades aisladas, como el convento donde se desarrolla la historia. Este lugar, gobernado por una implacable Hermana Superiora, alberga a un grupo de mujeres segmentadas y categorizadas según atributos físicos o de personalidad: las Iluminadas, las Santas Menores, las Auras Plenas, las Diáfanas de Espíritu y las Indignas. Todas viven bajo la opresiva sombra de una secta religiosa que promulga la salvación a través de la sumisión y el sacrificio.
Narrada en primera persona por una de las Indignas, la novela se presenta como un diario secreto que documenta los horrores cotidianos de la vida en el convento. A través de su relato, el lector es testigo de las vejaciones físicas y psicológicas a las que son sometidas las mujeres: humillaciones públicas, violaciones sexuales, tortura, mutilaciones y sacrificios rituales que subrayan la brutalidad del fanatismo religioso y el control absoluto que ejerce sobre ellas. Bazterrica explora temas como la sumisión femenina, el fanatismo religioso y la lucha por la supervivencia en un mundo despiadado.
Como suelen ser las distopías, Las Indignas es una obra cruda y perturbadora que no rehúye mostrar la crueldad y violencia que pueden surgir bajo la influencia de un dogma extremista, que, como sabemos, han existido a lo largo de la historia de la humanidad y, de hecho, siguen existiendo, ya sea como fruto de sectas o religiones, o bien, como mafias dedicadas a la trata de blancas y esclavitud sexual. Sin embargo, en la novela de Bazterrica también hay espacio para la sororidad y la resiliencia entre las mujeres, quienes, a pesar de la opresión, encuentran formas de apoyarse mutuamente y mantener encendida una chispa de esperanza. Esta obra abre las puertas al cuestionamiento de la fe, el significado de la libertad y el papel de la mujer en una sociedad opresiva, y lo hace con una prosa tan cruda y perturbadora como poética y hermosa que atrapa al lector desde la primera página. Es imposible soltar la historia, imposible no sentir empatía por la protagonista, imposible no sufrir sus vejaciones.
Destaco en Bazterrica su sutil pero incisiva crítica al fanatismo religioso y a las estructuras de poder patriarcales, así como su minuciosa exploración de la violencia física y psicológica como herramientas de control y manipulación. La autora teje una narrativa que deja una profunda e indeleble impresión en el lector, una de esas que no se olvidan fácilmente, como una novela de horror visceral. Desde mi punto de vista, Las Indignas es una obra notablemente superior a Cadáver exquisito, y eso ya es decir mucho, dado el impacto de esta última. La maestría con la que Bazterrica aborda temas tan complejos y perturbadores reafirma su posición como la Margaret Atwood latina.
«Quizás alguien me lea, nos lea. A veces pienso que no importa nada de esto. ¿Para qué me arriesgo con este libro de la noche? Pero necesito hacerlo, porque si lo escribo es que fue real, si lo escribo quizás no seamos solo parte de un sueño contenido en un planeta, dentro de un universo que se esconde en la imaginación de alguien que vive en la boca de Dios.»
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