«Las mujeres sumerias, babilonias y asirias gozaban de mayores libertades y derechos que las iraquíes que hoy habitan el viejo solar mesopotámico… Es lo que frecuentemente encontramos en la historia de la humanidad. No siempre se progresa. A veces damos dos pasos adelante y uno hacia atrás, e incluso un paso adelante y tres hacia atrás. Por eso encontramos pueblos prósperos a pesar de habitar tierras pobres y faltas de recursos (Suiza) que contrastan vivamente con pueblos paupérrimos aquejados de hambrunas que habitan tierras sobradas de recursos (por ejemplo, algunos “estados fallidos” de África). Y no siempre se debe culpar al blanco colonialista que los ha despojado y reducido a la miseria. No es criticar, es referir, que conste.»
Juan Eslava Galán es un académico y autor andaluz muy conocido por la temática y exploración histórica de sus escritos en donde encontramos novelas, ensayos, biografías, artículos, investigaciones, viajes, entre muchos otros que pueden ir desde documentos académicos hasta publicaciones de ocio (incluso tiene un libro de cocina). Su obra es bastante extensa y prolija y en más de treinta años escribiendo no ha faltado a uno solo. Apenas transcurren algunos meses y ya hay una nueva publicación de Juan Eslava Galán. Su carrera comienza como un escritor novel y todavía no publicado probando suerte en el Premio Planeta de 1987, para sorpresa de muchos lo gana y desde entonces no ha dejado de cosechar nominaciones, reconocimientos y otros premios.
Juan Eslava Galán ha dedicado su vida a la historia. El conjunto de su obra así lo evidencia. Se licenció como filólogo con estudios en filosofía y letras y se doctoró en poliorcética (ingeniería militar) y aunque académicamente no tenga el título de historiador e investigador, en la práctica vaya que lo es y con mucha seriedad y soltura. La historia es su vocación y pocos como él son los que transcurren y fluyen entre siglos para darnos una cátedra en todo párrafo que escribe o en cada entrevista que ofrece.
No obstante, la historia está llena de meandros y escollos. Y especialmente en la denominada oficial, aquella que se enseña en las escuelas, es común encontrarla cuarteada con medias verdades. En ocasiones, principalmente bajo regímenes autoritarios o dictatoriales, la historia se ha convertido en un arma ideológica. De contar lo que pasó, de narrar los acontecimientos y sus actores, pasa a ser un vehículo de idealización más cerca de la fantasía que de la realidad, lamentablemente de una fantasía aterradora más parecida a la narrada por George Orwell en su obra 1984. Eso de que haya fuentes con verdades absolutas es francamente una absoluta mentira. De cualquier manera, Juan Eslava Galán, bajo la capa de historiador e investigador ha entendido desde el comienzo que la historia que nos cuentan, que se escribe, que se narra, hasta no aclararlo y contrastarlo con varias fuentes, hay que tomarla con cierto escepticismo.
Nada más complicado que la historia de las naciones europeas que durante milenios han sumado reyes, emperadores, Papas, reformistas, filósofos, científicos, artistas, caudillos, generales, conspiradores, batallas, guerras, pandemias. Y España tiene su lugar especial, pues que viene haciendo historia desde que los celtíberos se aliaron con Cartago en las guerras púnicas hasta los acontecimientos más recientes que elevaron a Franco como caudillo de la nación. Navegar en ese mar de información es un tanto complicado y más que un manto, se necesita una armadura de escepticismo, y es allí cuando Juan Eslava Galán concibe la idea de contar la historia de su país de una forma más crítica que académica, más casual que formal, y crea un ensayo que terminó titulando Historia de España contada para escépticos, libro que acabaría publicando en 1995.
El tono mordaz, desenfadado y alejado de la estructura académica hicieron que el ensayo de la Historia de España contada para escépticos fuera bien aceptado. Era un libro de historia con la información que la mayoría de los españoles ya conocen de su país, únicamente que Juan Eslava Galán se encargó de separar la paja del trigo y señalar cuál es cual, eliminando los filtros del romanticismo por la república y el antifranquismo, que actualmente más que sesgos, son velos que tuercen los hechos a conveniencia de posturas políticas. Envalentonado Juan Eslava Galán emprende un proyecto más ambicioso: Historia del mundo contada para escépticos, solamente que le llevaría siete años terminar este ensayo, porque una cosa es España y otra el mundo.
Sin embargo, la historia del mundo es un pastel difícil de comer incluso si se hace trozo a trozo. Eslava Galán se rindió pronto a la idea global y se limitó únicamente a contar la historia del mundo occidental. La rica historia de los pueblos de Asia se menciona someramente, pero no se aborda. De cualquier manera, sin parecer pedante o altivo, Juan Eslava Galán explica que el mundo que conocemos hoy tiene su cuna en el delta del Nilo y Mesopotamia. Hasta los pueblos de Asia se han occidentalizado. Por lo que, a pesar de todo, la historia del mundo occidental vaya que sí es la historia del mundo entero.
La Historia del mundo contada para escépticos es un libro en toda regla ambicioso. No hará falta quien con escepticismo lo empiece a leer y es justamente allí donde está la mejor baza de Juan Eslava Galán porque, aunque no logro abarcarlo todo (se necesitarían muchos volúmenes), en 125 capítulos vaya que sí es capaz de llevarnos por los recovecos e hitos de la historia. Iniciamos el recorrido del homínido al homo sapiens y lo concluimos en el siglo XX, que vaya que fue un siglo muy ajetreado para la humanidad. Cada cultura, cada guerra, cada imperio, cada caída, son los bloques que comprenden la estructura de este gran ensayo.
Cada capítulo es independiente por lo que puede leerse el libro a saltos sin que ello afecte en ninguna medida la comprensión. Obviamente existen hechos de la historia de la humanidad que concentran varios capítulos, sería imposible y aberrante, por ejemplo, abordar la Segunda Guerra Mundial en unas pocas páginas, pero eso más que interdependencia significa vinculación entre los capítulos.
Juan Eslava Galán brilla en la narración, pues que entre tantos nombres, fechas y lugares es posible que el lector se pierda o aburra; sin embargo, el estilo del autor hace de la lectura una experiencia casi lúdica. En ocasiones es imposible no reírse por algunas comparaciones o contrastes que realiza Eslava Galán, en otras, por el contrario, es necesario detenerse para reflexionar y digerir el significado, repercusión o simbolismo del acontecimiento. Se agradece también las ilustraciones y mapas, algunas en blanco y negro, otras a todo color.
Con frecuencia Eslava Galán discurre en analogías con la cultura popular actual. Se apoya en el cine, en la música, en el arte en general para explicar algunos eventos. No puedo decir que el recurso sea sutil, porque lo usa con cierta frecuencia, pero lo hace de una manera que pronto el lector se acostumbra y hasta lo espera. Pero lo mejor es cuando Eslava Galán se apoya en la literatura, ya sea en La Ilíada que acompañaba a Alejandro Magno en su conquista por Mesopotamia, o los libros de trasfondo histórico de escritores más actuales como Arturo Pérez-Reverte. Lo que sí vale la pena mencionar es que el lector debe acostumbrarse a los pies de páginas, algunos tan grandes como la mitad de una y hasta con continuación en la siguiente. Los pies de página a la larga interrumpen el ritmo de la lectura principal, pero en este caso es mejor leer dos veces, porque la información que se aclara o complementa muchas veces aporta diferentes perspectivas de los hechos.
Historia del mundo contada para escépticos es un libro que vale la pena. Muy recomendable. Si habéis leído Sapiens de Yuval Noah Harari, no podéis perderte de esta lectura que con su frescura, irreverencia y calidad narrativa es capaz de transmitir conocimientos críticos de los acontecimientos que han formado a la humanidad y dejar que sea el mismo lector quien saque sus propias conclusiones al ofrecerle las fuentes, los datos y la información con el frío lazo de la distancia y el tiempo.
Para cerrar, algunas líneas del autor:
«Quizá sea que no somos, al cabo de la vida, más que lo que hemos vivido, la memoria.»
«La realidad suele ser más prosaica que la leyenda.»
«No se depriman. A pesar de todo, la vida es bella.»
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