«Ha habido muchos momentos en mi desafortunada vida en que me ha resultado placentero meditar en la muerte como el fin de las penas terrenales, en la tumba como lugar de descanso para el cuerpo débil y exhausto, pero tales meditaciones desaparecen ante el peligro. Ningún hombre, en sus plenas capacidades, puede permanecer indiferente ante la “reina de los miedos”. Todo ser viviente aprecia su vida; el gusano que se arrastra por el suelo lucharía con todas sus fuerzas por ella. En aquel momento, yo apreciaba la vida, por muy esclavizado y maltratado que estuviera.»
12 años de esclavitud es la narración de la malaventura de Solomon Northup, un hombre de color, nacido libre en New York, que es engañado, secuestrado y vendido como esclavo en Nueva Orleans. Una experiencia enteramente trágica donde Northup manifiesta como en carne propia sufrió vejámenes y tortura, como fue doblegado su espíritu y arredrado en la miseria más inhumana conocida, la esclavitud.
Solomon Northup fue un hombre íntegro, lúcido y franco, y la versión de los hechos narrados en las páginas de su vida fueron en sí mismos una ventana que reafirmaría las bases para la abolición de la esclavitud. Declaró en su obra, sin que esto sonara a condescendencia, que los esclavistas eran tal cuales, y se manifestaban con tanta crueldad e impiedad hacia los esclavos, debido a que era la realidad que conocían, producto del entorno en el que crecieron y fueron educados. Desde pequeños, los hijos de los amos en las plantaciones presenciaban el látigo en los esclavos, la miseria en la que vivían y su razonamiento los conducía a la inexorable, aberrante y falaz afirmación de que esos seres de color no eran sus semejantes, incluso no podían considerarlos personas o humanos, quizá algo encima de los animales, pero no más. Creían que los latigazos a la espalda de un esclavo eran naturales y necesarios, donde únicamente se cumplía con el propósito de obtener el máximo rendimiento de su propiedad. Al igual que los caballos no cabalgan más rápido sino obtienen un latigazo en los flancos, un esclavo no trabajaba lo suficiente si tampoco recibía los suyos. Así era el pensamiento y cosmovisión del esclavista. Y el esclavo en su desventura, nacido esclavo, aceptaba su situación y su destino; no obstante, relata Northup, que, a pesar de su ignorancia, a pesar de sus limitaciones, puesto que nunca conocieron más educación que la necesaria para que trabajaran en las plantaciones, cada esclavo atisbaba en lo más profundo de su corazón la libertad como una esperanza. Un verso, citado en la obra, describe el Cielo de los esclavos:
Solomon Northup fue un hombre íntegro, lúcido y franco, y la versión de los hechos narrados en las páginas de su vida fueron en sí mismos una ventana que reafirmaría las bases para la abolición de la esclavitud. Declaró en su obra, sin que esto sonara a condescendencia, que los esclavistas eran tal cuales, y se manifestaban con tanta crueldad e impiedad hacia los esclavos, debido a que era la realidad que conocían, producto del entorno en el que crecieron y fueron educados. Desde pequeños, los hijos de los amos en las plantaciones presenciaban el látigo en los esclavos, la miseria en la que vivían y su razonamiento los conducía a la inexorable, aberrante y falaz afirmación de que esos seres de color no eran sus semejantes, incluso no podían considerarlos personas o humanos, quizá algo encima de los animales, pero no más. Creían que los latigazos a la espalda de un esclavo eran naturales y necesarios, donde únicamente se cumplía con el propósito de obtener el máximo rendimiento de su propiedad. Al igual que los caballos no cabalgan más rápido sino obtienen un latigazo en los flancos, un esclavo no trabajaba lo suficiente si tampoco recibía los suyos. Así era el pensamiento y cosmovisión del esclavista. Y el esclavo en su desventura, nacido esclavo, aceptaba su situación y su destino; no obstante, relata Northup, que, a pesar de su ignorancia, a pesar de sus limitaciones, puesto que nunca conocieron más educación que la necesaria para que trabajaran en las plantaciones, cada esclavo atisbaba en lo más profundo de su corazón la libertad como una esperanza. Un verso, citado en la obra, describe el Cielo de los esclavos:
«No quiero un Paraíso en el Cielosi en la tierra vivo oprimido.
El único Cielo que anhelo
es el descanso, el Eterno descanso.»
Sinceramente es difícil leer impávido semejante atrocidad. Uno diría ¿Cómo es posible que una persona pierda su humanidad y trate a otros con el estigma de la esclavitud como un seres sin alma, no tan diferentes de un animal doméstico?
Northup podría haber acusado, reprochado y repudiado, y con mucha razón, a todo esclavista, reservarse o modificar algunos hechos a su conveniencia, pero en la franqueza de su relato también indicó que, entre aquellas personas, no todos eran iguales y había unos pocos hacendados que eran justos en medio de la injusticia. Por ejemplo, se refiera a William Ford de tal forma de que si toda su vida, incluso con su familia, hubiese sido o decidido ser esclavo, hubiese sido feliz si fuera al lado del amo Ford. También el respeto que Northup guarda en el libro es de elogiarlo, a pesar de los vejámenes y castigos injustamente recibidos, la serenidad con la que escribe es la de un hombre feliz por su consciencia de libertad, y no la de un individuo consumado en odio por haber sido esclavo.
Muchas veces conocemos películas a través de libros y probablemente más de alguna vez nos hallamos enfrascado con el eterno dilema, la estólida discusión, si es mejor el libro o la película; sin embargo, también pasa a la inversa, conocemos libros a través de películas, y este fue mi caso para la obra de Northup. Y qué gran película por cierto.
La mayoría recordamos el film protagonizado por Chiwetel Ejiofor, principalmente porque ganó el Oscar a la mejor película ese año, entre otro cúmulo de reconocimientos y nominaciones: Globos de Oro, BAFTA, Critics Choise Movie Awards, Sindicato de Actores, etcétera. La película, en su mayor parte, es bastante fiel al libro. Comprendo que los guionistas, con el afán de hacer el relato apto para la pantalla, principalmente por el factor tiempo, resumen algunas partes, sustituyen algunas, omiten otras o fusionan varias. Sinceramente en la película se hizo un gran trabajo con el guion, que también ganara el Oscar al mejor guion adaptado. Para quienes vimos la película notaremos que hubo cierta orientación a la crueldad y maldad con fines dramáticos, como si ser esclavizado no fuera suficiente humillación, pero así es Hollywood; por mencionar algunos ejemplos, la parte de la violación de la madre en el barco y el asesinato de un esclavo por defenderla no está en el relato de Northup. Los esclavos eran valiosos e incluso si caían enfermos de gravedad, los llevaban al hospital porque a pesar de que no los consideraban sus iguales, eran una inversión, ningún esclavista dejaría ir mil dólares al río. Continuando con otros detalles, en la película se omite la parte en que Northup se enferma de viruela, y otros altercados con Tibeats. Otra carta sacada de la manga por los guionistas de la película es que Northup en ninguna parte del libro confiesa haber tenido un amorío o relación espontánea con ninguna esclava. La parte de la película donde azotan a Patsey en el libro es mucho más dura y cruenta; y por cierto, nunca Patsey o ninguna otra esclava le pide a Northup que las mate, que las libere cortando su aliento, los esclavos, pese a todo, amaban la vida. La obra contiene relatos de otros esclavos, compañeros de Northup que son omitidos en el film y que bien merecen la pena en la lectura. Finalmente, el desenlace de la película, aunque mucho más emotivo, es distinto al real. Cuando uno se detiene a analizar estos cambios son comprensibles, es mucho más efectiva una escena como en la película, con un Michael Fassbender dando rabietas porque se llevan a su Platt, que la narrada en el libro: una exposición de papeles, trámites, un análisis un tanto burocrático, la necesidad y presencia de abogados, aunque siempre hay rabietas menos histriónicas y maldiciones porque el amo Epps pierde a su Platt.
Si hoy nos quejamos porque la justicia es lenta y a veces ni siquiera llega a las víctimas, tampoco para Northup la hubo. Llevó a juicio a quienes lo vendieron como esclavos, pero estos salieron en libertad de la forma más sencilla, e incluso entablaron demandas en contra del propio Northup, indicando que él mismo se había ofrecido como esclavo ¡podría un juez o cualquiera creer semejante aberración! realmente eso no importa, un hombre de color, aunque fuese libre, nunca, en aquella época –y quizá todavía en algunos Estados–, podría contra un hombre blanco rico.
¿Por qué doce años esclavos? ¿Por qué no se escapó? si alguien tiene esa pregunta en la mente, es justa, estamos acostumbrados a actos de heroísmo; pero la vida real es distinta. Entre Nueva Orleans y Nueva York la distancia es inconmensurable, más de dos mil kilómetros. Northup hubiera tenido que atravesar todos los Estados sureños esclavistas ¿Cómo podría hacerlo? No podía utilizar caballos o barcos que eran los únicos medios de transporte de aquella época. Por otra parte, existían personas que se dedicaban a perseguir y cazar esclavos fugitivos ¡era un buen negocio! Cobraban una recompensa por su devolución, o los volvían a vender. Pero lo más probable y común es que antes los encontrara su propio amo enfurecido y energúmeno, a caballo con sus capataces, con sus sabuesos. Las consecuencias de fugarse iban de malas a peores. Las plantaciones eran enormes, cruzarlas a pie, era tortuoso o imposible. Muchos esclavos escapaban brevemente con la intención de tener un par de días descanso, luego regresaban con su amo y aceptaban su castigo. El castigo por la fuga, desobediencia o lo que fuera eran los latigazos que su amo considerara necesarios y no eran diez ni veinte, Northup relata casos de hasta doscientos latigazos incluso, el esclavo no moría, pero su espalda quedaba completamente desgarrada.
Este es un libro que conmueve, principalmente porque no es ficción. Muy recomendable. Creo que cualquier libro en el que se narre la privación de libertad, haga un llamado a la reflexión y nos conmociones por los atropellos a esos derechos humanos que hoy consideramos básicos, son imprescindibles. Northup sin duda nos deja un mensaje perdurable a través del tiempo.
¿Puedo criticarle algo al libro? Si fuera una novela, remotamente quizá, pero no es el caso. Es la narración de un cautiverio, las memorias de un hombre que, por el color de su piel, se le arrebató todo. Hay una apología de Samuel Bass en el libro, que también la repite en la película: las Leyes no son justas, pero uno puede decidir ser justo.
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