viernes, 30 de agosto de 2019

LA PRINCESA DE HIELO de Camilla Läckberg


«Las acusaciones, las duras palabras, el oprobio, todo le resbala como el agua. ¿Qué significaban unas horas de insultos en comparación con años de culpa? ¿Qué significaban unas horas de insultos frente a una vida sin su princesa de hielo?»
Esta es la ópera prima de Camilla Läckberg, la novela que le abrió las puertas al mundo de la literatura y que la convirtió en una de las escritoras de novela negra sueca más traducidas y leídas. Anteriormente había tenido la oportunidad de tener en mis manos Las Hijas del Frío, tercer libro de la Serie Fjällbacka; obviamente no podía minar ni ocultar mi curiosidad por la obra sin saber cómo fue que comenzó todo, que lo articuló, y aquí están las respuestas que necesitaba.

Una serie, a diferencia de una saga, contiene historias independientes que inician y concluyen en una sola entrega, es un recurso muy útil en la construcción de novelas negras, policiales o thrillers. Los autores se encariñan con algún personaje principal, regularmente un detective, y le asignan en cada libro, un nuevo caso por resolver. Ejemplo de series son los casos de Kenzie y Gennaro de Dennis Lehane, las intrigas por resolver de Robert Langdon de Dan Brown, y las vicisitudes acontecidas al Jack Reacher de Lee Child. Las sagas por otra parte poseen una continuidad que hacen que el lector deba estar al pendiente del próximo libro para saber que será de sus personajes favoritos –sean estos héroes o villanos– y no es común este recurso en las novelas negras. Ejemplos de saga famosas son: Harry Potter de J. K. Rowling, Los Juegos del Hambre de Suzane Collings, o Canción de Hielo y Fuego de George R. R. Martin.

En una ocasión un escritor me comentó que las series facilitan un poco el trabajo creativo porque es una apuesta a lo seguro. Saben que su personaje gustó a los lectores, ya lo conocen e intuyen como actuará o responderá en determinadas circunstancias. Incluso ya les han elaborado un perfil: saben su edad, su temperamento, su profesión y experiencia, sus gustos y hasta sus debilidades. El lector ya empatizó y aceptó al personaje, cree y confía en él; por tanto, el escritor ahora deberá esforzarse por crear un caso que esté a la altura de ese personaje, que le sea un reto.

La serie creada por Camilla Läckberg en Princesa de Hielo está protagonizada por un detective llamado Patrick Hedström y su esposa Erica Falck, una escritora que regresa a la tierra donde nació y creció, un lugar en las costas de Suecia llamado Fjällbacka. Para mi sorpresa, Camilla tiene una arrolladora imaginación o, bien, un montón de cosas acumuladas durante años en su cabeza, pues desde 2007 no ha dejado de publicar una nueva entrega de su serie y ya cuenta con nueve escritos. Ojalá hubiese escogido otro nombre para su serie, algo más internacional, pues honestamente no tengo ni idea de cómo se pronuncia «Fjällbacka». 

La sinopsis de la novela es la siguiente: «Tras muchos años de ausencia, la joven escritora Erica vuelve a su pueblo natal, donde ha heredado la casa de sus padres, recientemente fallecidos. Durante un paseo por las calles donde transcurrieron los primeros años de su vida, tras el aviso de unos vecinos, descubre que su amiga de la infancia, Alex, acaba de suicidarse. Conmocionada, inicia una investigación y descubre que Alex estaba embarazada. La historia da un nuevo giro cuando la autopsia revela que su amiga no se suicidó, sino que fue asesinada. La policía detiene al principal sospechoso, Anders, un artista fracasado que mantenía una relación especial con la víctima.»

Es bastante común en las novelas negras europeas que la trama gire o avance en torno al descubrimiento de misterios o secretos familiares. En la medida que los personajes principales se adentran en esas cajas de Pandora se exponen relativamente al peligro; sin embargo, no siempre las revelaciones tienen consecuencias físicas, sino daños más emocionales, de frustración y decepción; la tragedia no es el homicidio o asesinato, sino el descubrimiento de sus motivaciones. Las familias tienden a ser antiguas, regularmente adineradas o acomodadas en algún momento del tiempo, es decir, de abolengo. Si una palabra define bien el género negro sueco es «decadencia», no porque haya perdido el empuje de hace algunos años, sino porque el caso de un asesinato trae al descubierto el nihilismo de su sociedad y un vacío que se convierte en un abismo de distancia entre las personas y su empatía. Los caracteres son fríos y oscuros, es inevitable la afirmación de que existe escarcha hasta en las letras.

A diferencia de otras series negras europeas, yo diría que Läckberg nos brinda una propuesta ligera y descafeinada. Cumple con su cometido y objetivo, pues nos mantiene en vilo todo el tiempo, nos brinda una tarde entretenidos de pasta a pasta. Es una novela con una estructura estándar, tampoco es como para esperar sorpresas con formas narrativas en prosa o vanguardistas. Tiene buenas ideas, no lo discuto, busca siempre ser fresca en la propuesta, original, tratando de apartarse de la previsibilidad. Se esfuerza por no caer en clichés, pero siempre termina insertando algún personaje estereotipado.

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