«Saltarse la Navidad. Qué idea más ridícula.
Tal vez el año siguiente.»
Grisham es el referente del thriller legal por antonomasia. Nadie describe mejor que él las situaciones legales de casos complejos donde la inocencia o la corrupción son los ejes centrales, y de paso aprovecha para enredarnos un poco en las interpretaciones de la Ley. No obstante, en raras ocasiones toma una posición más relajada entre libro y libro y nos ofrece otro tipo de novela donde no hay abogados, jueces, tribunales o cortes. En esos momentos Grisham tiende hacia una línea de drama familiar como La Granja o Siete Vidas o, bien, un conflicto interno del personaje como El Profesional o El Último Partido, obras que quizás no se encuentren entre las mejores que ha escrito, pero que sin duda han sido aceptadas por sus lectores habituales, y a la vez, llegado a otro tipo de público.
En Una Navidad Diferente realmente nos ofrece un John Grisham «diferente». Hasta pareciera que no fuera Grisham quien la escribió, no por su estilo narrativo y estructura –el cuál permanece indemne–, sino por la trama. Aquí hace un guiño al lector afirmando con ello que Grisham también tiene sentido del humor, que no es tan serio como pensábamos y que no siempre cargará con la etiqueta de novela judicial o legalista. Una Navidad Diferente es de momento y después de casi veinte años de haber sido publicada, el único drama-comedia escrito por el autor.
«Imaginen un año si Navidad. Sin centros comerciales abarrotados, sin cenas de empresas, sin pan dulce, sin regalos ridículos. Eso es lo que Luther y Nora Krank tienen en mente cuando deciden que, por una vez, se saltearán las celebraciones. La suya será la única casa de la calle Hemlock que no tenga un Papá Noel en el techo, tampoco organizarán ninguna reunión de Nochebuena, ni siquiera pondrán un árbol en el salón. Ni falta les hará, porque el 25 de diciembre se embarcarán en un crucero por el Caribe. Sin embargo, esta atribulada pareja va a descubrir que huir de la Navidad acarrea unas consecuencias enormes... de las que no alcanzan a entrever ni la mitad.»
Es una novela ligera que se disfruta y se lee rápidamente. Una vez abordado el primer párrafo engancha, y eso muy pocas veces pasa con el autor que la mayoría de las veces requiere llevarnos a cierto umbral de páginas para involucrarnos en la trama. He leído libros que me enganchan hasta la página 150 –No de Grisham–, lo que significa que debí sufrir más de un centenar de páginas antes de encontrarle el sabor y sazón; otros no necesitaron tanto, pero por lo general son 30 páginas en promedio lo que tengo en mi experiencia para que un libro pueda enganchar. Esta novela tiene una fórmula distinta y la trama tira a una comedia situacional, por lo que su umbral es más corto. Los personajes principales de entrada son simpáticos y creíbles, eso facilita mucho las cosas.
Si el título de la novela se hubiera traducido correctamente desde el original sería algo así como “Saltarse la Navidad”, que es en esencia el objetivo que busca el matrimonio de los Krank. Ambos son de mediana edad, tienen una hija de unos veintitantos que despiden en el aeropuerto y se quedan solos en casa para las fiestas. Luther, como todo un contador, hace cuentas que la Navidad anterior les costó seis mil quinientos dólares y tiene la idea que por la mitad de esa inversión puede pasar unas vacaciones de lujo con su esposa en un crucero en el caribe, donde el clima es mejor. Nadie piensa en sol y playa en Navidad, por lo que no tarde en convencer a Nora de lo buena que es su idea. El problema es que se toman muy en serio de no hacer nada ni participar en nada relativo a la Navidad, por lo que todo el mundo empieza a creer que están medio locos, ya no parecen tanto “los Krank” sino “los Scrooge”.
Hay una película basada en el libro, precisamente una comedia llamada Una Navidad de Locos, que eta protagonizada por Tim Allen. No la he visto, pero me parece que pasó sin pena ni gloria.
Me sorprende esta faceta de Grisham, y está bien para un tentempié literario. Si me preguntaran por una historia para las navidades, dado que no he leído demasiados libros que tengan las fiestas de fin de año como telón de fondo, podría recomendar esta. Si me preguntaran por una novela de Grisham, seguramente esta sería la última en la que pensaría, no porque fuera una mala propuesta, sino porque Grisham es un novelista que se ha etiquetado así mismo en un género donde él es mejor referente, y porque le queda bien. La comedia se queda en un buen intento.
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