«Perder un hermano es perder alguien con quien puedes compartir la experiencia de hacerte mayor, el que va a brindarte una cuñada y sobrinos, nuevas criaturas que poblarán las ramas de tu árbol de vida y que le proporcionarán otras nuevas. Perder un padre es perder la orientación que siempre has buscado, el que te sostiene igual que un tronco sostiene sus ramas. Perder una madre es como perder el sol que te ilumina. Es como perder… Lo siento, preferiría no seguir.»
En noviembre de 2012 se estrenó una película llamada Life of Pi, dirigida por Ang Lee y protagonizada por un tigre digital llamado Richard Parker. Life of Pi es una de esas películas que aparecen en las listas de las mejores o imperdibles para ver en 3D, ¡y vaya que con creces sí lo es! Una obra cinematográfica con muy buena crítica que no solo contaba bien una historia asombrosa, sino también lo hacía con técnicas avanzadas de efectos visuales que lograban llevar al celuloide las páginas de un libro que muchos consideraban imposible de filmar. Ese libro que motivó al propio Barak Obama de escribir una carta a su autor para felicitarlo, describiendo la novela como «una prueba elegante de Dios, y el poder de contar historias.»
Yann Martel es un escritor canadiense. Estudió filosofía y su obra más sobresaliente es La vida de Pi, la cual publicó en 2001 y con mucha dificultad. A las editoriales no les convencía demasiado la historia. Probablemente por el contenido religioso que podría considerarse un tanto polémico o por las expresiones gráficas sobre la supervivencia y los animales, que hubiera alterado a más de algún lector. No obstante, consiguió su propósito y no solamente obtuvo el favor de la crítica literaria, sino también ganó varios premios, entre ellos el Premio Booker, Premio Commonwealth para los escritores de Eurasia, Premio Hugh MacLennan, entre otros.
La sinopsis es la siguiente:
«Pi Pattel es un joven que vive en India, su padre es el propietario y encargado del zoológico de la ciudad, pero deciden emigrar a Canadá y procurarse una vida mejor con la venta de los animales. Tras complejos trámites, la familia Pattel inicia una travesía que se verá truncada por la tragedia: una terrible tormenta hace naufragar el barco donde viajaban. Pi tendrá que echar mano del ingenio para sobrevivir mientras los animales se ocupan de ocupar puesto en la cadena de alimentación y, a la postre, tendrá que defender su liderazgo frente al único que, previsiblemente, quedará vivo, un tigre. El joven intentará domar a la fiera, demostrar quien es el macho alfa y, de este modo, sobrevivir.»
La película de Ang Lee es una obra maestra. Ganó cuatro premios Oscar, incluyendo el de mejor director, además de haber estado nominada a otras siete categorías. El Oscar a mejor película en aquella oportunidad lo ganó Argo de Ben Affleck, la cual en ese momento me pareció una decisión acertada, pero hoy veo en Life of Pi una obra cinematográfica de mucho más valor. Argo la vi un par de veces, la historia y todo lo que la rodea no da para más, mientras Life Of Pi puede disfrutarse una y otra vez sin que disminuya el asombro por esas tomas surreales y de ensueño. Si la película es tan buena ¿Cómo es la obra de Martel?
Existen notables diferencias entre la película y la novela, pero este blog no es precisamente para hacer una lista de las diferencias, sino para enfocarme o centrarme en el contenido literario y mensaje del autor. Puedo decir sin equivocarme que la película logró con mucha satisfacción concentrar toda la esencia del libro. No es que precisamente leamos tal o cual escena entre las páginas. Es el mensaje y la naturaleza de las emociones y los sentimientos los que son capturados y con mucho talento. Si la película nos emocionó y gustó, la novela de Martel nos hará suspirar y pensar.
La obra literaria comienza, al igual como en la película, con una entrevista. El escritor utiliza el recurso de la autoficción. Martel nos cuenta que tiene un bloqueo o falta de inspiración con respecto a una historia de Portugal de los años 30. Entre referencias y recomendaciones, visita a un hindú que tiene una historia tan excepcional como fascinante. Ese hindú es Piscine Molitor Patel que no solamente fue un sobreviviente de naufragio, sino también tuvo una curiosa infancia y adolescencia.
«La vida es tan bella que la muerte se ha enamorado de ella, un amor celoso y posesivo que agarra todo cuanto puede.»
En las reflexiones de Piscine Molitor Patel encontramos un cuestionamiento respecto al por qué las religiones deben estar en confrontación, en desacuerdo, si todas persiguen un fin de realización espiritual que, aunque difiera en elementos, no lo hace en el sentimiento. Un cristiano no debe sentirse superior a un musulmán o a un hindú, tampoco un judío debe valorar más su verdad que la de un budista. ¿Por qué una persona no podría tomar dos o más religiones al mismo tiempo? Sin profundizar encontraremos puntos irreconciliables entre las religiones, pero eso sinos enfocamos en lo que las hace diferentes. Si las personas se tomaran la molestia de estudiar la historia de su religión encontrará que hubo un punto de partida, que no ha sido estático y que constantemente ha evolucionado y sigue haciéndolo. Muchas veces los propios líderes religiosos de una misma fe están en desacuerdo con un criterio o con la traducción de una palabra incluso. La fe, según San Agustín, es «creer en aquello que no ves; y la recompensa de esta fe es ver aquello en lo que crees.» Pero eso de ver aquello en lo que crees no es más que la manifestación tangible de las buenas obras, es cosechar lo que se siembra. Si la religión es disputa y conflicto, es ataque y ofensa, es agresión y violencia, mejor es no tener religión, porque sin duda los frutos no serán más que sufrimiento y guerra.
«El hecho de escoger la duda como filosofía de vida es como elegir la inmovilidad como forma de transporte.»
El autor, a través de su personaje principal, Pi Patel, también muestra su incomodidad respecto al agnosticismo o a la duda como brújula en la vida. Es mejor creer en algo que dudar de todo. Pero esto me parece como un contra argumento de la sentencia que el camino a la verdad es la duda. Martel tiene una carrera en filosofía y eso se evidencia en toda la obra. No es el típico letrado que escribe entre líneas una oda al nihilismo y al desarraigo, sino que busca encender nuestra fe, no precisamente en algo o en alguien, sino en nuestra propia espiritualidad como catalizador del bienestar y felicidad.
Las intervenciones propias de la autoficción del autor son la introducción y unas pocas pausas que se encuentran en cursiva. Afortunadamente el estilo que adopta no es el de una entrevista, tampoco el de contar una historia guardando una distancia entre los hechos y él. Piscine Molitor Patel, el personaje principal, pronto se vuelve el narrador protagonista y a partir de allí somos capaces de ver y sentir a través de sus experiencias.
La fluidez con que la historia se desarrolla aportando datos duros aleatoriamente, casi tan sutil que apenas nos damos cuenta mientras nos deleitamos conociendo de piscinas, zoológicos y característica de los animales, la India francesa, religiones y geografía. Martel, aunque no tenga una ubérrima trayectoria con libros publicados, no lo necesita para ser un escritor consumado, no hace falta leer demasiado para que nos demos cuenta del talento que posee y la capacidad para hacer de una historia de naufragio algo mucho más complejo y completo, inteligente y espléndido.
El relato es la supervivencia tras un naufragio en altamar, pero los componentes que hacen brillante la premisa es que son 227 días en un bote salvavidas en la mitad del océano pacífico. Si sobrevivir tanto tiempo a la deriva entre las inclemencias del tiempo y las mareas ya es una hazaña inimaginable, Martel le suma que nuestro náufrago es un joven adolescente, con ningún conocimiento de navegación pues era su primer viaje en barco. Y la guinda de la historia es el inusual acompañante, un tigre de bengala adulto.
Richard Parker, el felino polizón, es quien le da la motivación a Pi de esforzarse y vivir. Inicialmente en la pequeña embarcación había también otros animales: una orangutana, una cebra con una pierna fracturada y una hiena macho. La convivencia entre estos animales no duró demasiado y fue bastante violenta y trágica al mismo tiempo. Pi Patel era un joven con una alta espiritualidad, respetaba y apreciaba toda forma de vida y era vegano. Para poder subsistir cada día tenía que ceder un poco. Richard Parker, como era de esperarse, fue el único animal que quedó en el bote. Pi Patel intentó domesticarlo y aunque no logró demasiados avances, al menos consiguió una relación simbiótica con el depredador.
«La supremacía del domador es un asunto psicológico.»
227 días es un largo período de tiempo para estar perdido en el mar. Son siete meses y medio en los cuales ya es dificultosa la supervivencia con la comida y el agua, y todavía tener que vérselas con un tigre y su alimentación. Ese tiempo también afecta la mente. Pi Patel tenía la carga que lo había perdido todo, sus padres, su hermano, su hogar, todo. No tenía a donde ir y no sabía que sería de él al día siguiente, si es que había un mañana. Estaba ante una situación límite. Con creatividad e inteligencia creó un sistema, una rutina. No siempre le funcionaba. No siempre tenía éxito. Pero nunca se rindió y nunca dejó de intentar y probar.
«La supervivencia parte de reparar en lo que tienes a tu disposición, en lo que está a mano. Mirar hacia fuera equivale a soñar, dejar que se te escape la vida de las manos.»
Pi Patel terminó varado en las costas de una provincia mexicana. Fue rescatado por los pobladores y pronto unas personas de la compañía de seguros fueron a buscarlo al hospital donde se encontraba. Contó su historia de supervivencia al lado de Richard Parker. No le creyeron. Optó por contar una historia alternativa, que probablemente muchos ya conozcáis por la película.
En la historia alternativa considero que está la realidad o verdad (si me permito esa aseveración tratándose de una obra de ficción), pero esa historia es tan dura, cruel y trágica que sería imposible vivir con ella. El peso de esa historia es capaz de destruir cualquier espíritu. Pi Patel tenía ese brillo de inocencia e ingenuidad. Reducirlo a su instinto más animal y lidiar incluso con canibalismo sería insoportable para él. Debía crear un alter ego, debía imaginar a Richard Parker.
«Todo ser vivo tiene un grado de locura que lo induce a actuar de formas extrañas, a veces inexplicables. Esta locura puede ser su salvación; forma parte de la capacidad de adaptarse. Sin ella, no sobreviviría ninguna especie.»
Solo un ser con la fortaleza de un tigre de bengala podría soportar aquel suplicio, toda aquella perspectiva de fatalidad e incertidumbre. Solo al lado del felino más grande de todos podría ser capaz de cruzar el océano y salvarse. Martel deja que el lector saque sus propias conclusiones. Esa es mi conclusión.
«Quisiera decir algunas palabras acerca del miedo. Es el único y auténtico adversario de la vida. Sólo el miedo puede vencer a la vida. Es un contendiente traicionero y perspicaz, y bien que lo sé. Carece de decoro, no respeta ninguna ley, ningún principio. Te ataca el punto más débil, que siempre reconoce con una facilidad infalible. Empieza con la mente, siempre.»
Las historias más bellas no necesariamente deben de ser reales, aunque tampoco signifique que sean mentiras. Las pistas en la novela están desde el inicio. Las historias de la creación en la religión hindú son prueba de ello. Las leyendas surgen de grandes acontecimientos, conforme se cuentan, en la medida que las recordamos, agregamos más elementos que las engrandecen, las embellecen, algunas hasta el punto de un mito, otras hasta la apoteosis.
«La muerte inminente ya es bastante terrible de por sí, pero es mucho peor si te sobra tiempo, tiempo en el que se hace patente toda la felicidad que ha sido tuya y toda la felicidad que podría haber sido tuya.»
La vida de Pi es una gran obra. Sin duda es uno de esos libros que recomendaría cada vez que pudiera. Robison Crusoe de Daniel Defoe finalmente ha sido destronado. La mejor historia de náufragos es la de Martel.
«El tiempo no es más que una ilusión que nos hace suspirar.»
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