lunes, 30 de marzo de 2020

REY DE PICAS de Joyce Carol Oates


«Después de que arrancara el hacha de las manos a mi agresora no estaba claro lo que había sucedido. Solo tenía una vaga conciencia de haberla golpeado –de alzar el hacha, y dejarla caer sobre el pelo blanco y alborotado–, no para matar, sino para salvarme yo.»
Una lectura atrapante e inteligente es la mejor manera de definir la obra de Joyce Carol Oates, la eterna candidata al Nobel de Literatura, una infortuna que también padecen Margaret Atwood, Haruki Murakami y Javier María; y como en su momento también les ocurrió a Jorge Luis Borges, León Tolstói y Virginia Woolf. El Nobel de Literatura, como cualquier otro galardón, no es completamente objetivo, depende de los criterios, deliberaciones y en todo caso, gustos, de los miembros de la Academia Sueca. En ocasiones esas decisiones, por la relevancia, tienden a ser políticas o políticamente correctas, dependen las circunstancias.

Rey de Picas se nos presenta como una novela negra psicológica, pero es difícil reducirla a tan poco. Es un thriller que nunca pierde la elegancia. Tiene una trama que mantiene en vilo al lector, que no aburre. Existe una construcción gótica con mucha audacia en un escenario contemporáneo. Es mi primera experiencia con Carol Oates y tengo que afirmar que mis expectativas eran muy altas. Todos los críticos elogian la obra y recorrido literario de esta escritora norteamericana, pero era difícil elegir uno de sus escritos. Con más de cincuenta novelas, cuatrocientos relatos cortos, varias compilaciones poéticas y ensayos, una versatilidad y movimiento entre géneros ¡la verdad es que por dónde comenzar es más complicado de lo que aparenta! Mi elección fue esta novela publicada en 2016 que, aunque no ha sido muy reconocida o galardonada y tampoco aparece entre las obras notables de la autora, me llamó mucho la atención. La sinopsis de la novela es la siguiente:
«Andrew J. Rush ha conseguido el aplauso del público y la crítica, un éxito con el que sueña la mayoría de los autores. Sus veintiocho novelas policiacas han vendido millones de ejemplares en decenas de países y tiene un poderoso agente y un editor brillante en Nueva York. También tiene una amante esposa y tres hijos ya adultos, y es una gloria local en el pueblo de Nueva Jersey donde reside. Pero Rush esconde un oscuro secreto. Utilizando el seudónimo Rey de Picas escribe otro tipo de novelas, violentas y espeluznantes: el tipo de libros que el refinado Andrew nunca leería y mucho menos escribiría. Su vida perfecta se viene abajo cuando su hija encuentra una novela de Rey de Picas y comienza a hacer preguntas. Al mismo tiempo, Rush recibe una citación judicial tras ser demandado por una mujer del pueblo que lo acusa de plagio. Mientras la reputación, la familia y la carrera de Rush peligran, los pensamientos de Rey de Picas se vuelven cada vez más perversos.»
La novela tiene la gracia que está narrada en primera persona. Escuchamos los pensamientos y sentimos las emociones de Andrew J. Rush, un novelista de éxito, de superventas, que ha sido traducido a más de treinta idiomas y que aún así se siente frustrado porque se compara todo el tiempo con Stephen King. De hecho, la crítica lo define por una analogía, el Stephen King para caballeros. Andrew J. Rush es un escritor consumado, un hombre maduro en sus cincuenta, vive en la propiedad más grande de su condado, tiene tres hijos que ya son mayores y aparentemente llevan muy bien sus propias vidas, su esposa siempre lo ha apoyado y lo ama, no tiene ningún problema económico. Andrew J. Rush vive el sueño americano, pero no es feliz.

Existe un trauma del pasado que afecta a Andrew, es una sombra oculta muy dentro de sí. Creó un alter ego, el Rey de Picas, que él lo ve como otro escritor –así nombró a su pseudónimo– con el cual se atreve a escribir cosas que como Andrew sería impensable y eso empieza a ser liberador; pero es su secreto y hasta cierto punto se avergüenza y enorgullece, siente envidia y asco de él. Como Rey de Picas va en su quinta novela y aunque no son bestsellers, se venden muy bien y ha creado un pequeño círculo de lectores de culto. No obstante, mientras transcurren los acontecimientos nos damos cuenta de que Andrew J. Rush es en realidad el alter ego del Rey de Picas.

Me gustaría contar más de la novela, pero creo que ya he contado más de la cuenta y si alguien quiere leerla podría estropearle la experiencia de la historia. Es una novela claramente psicológica y su trama es asfixiante. No es tan predecible como cabría de suponer y el final es insuperable e ineludible al mismo tiempo. Un hombre que tiene una vida, una muy buena para apostillar más, pero no le satisface porque ha llegado a la conclusión de que Andrew J. Rush es una marca, un nombre, no él. Hay unos detonantes que encienden la mecha y que a partir de esos momentos es cuestión de tiempo para que explote. Aunque el protagonista no sea un baúl de secretos, los pocos que tienen son demasiado fuertes como para sobrellevar la vida tranquilamente. No es un tema de esquizofrenia ni tampoco de una enfermedad neurodegenerativa, es el derrumbe de un espíritu que no le pertenece, la incapacidad para poder superar un vacío o las ideas que atormentan la consciencia e incitan al mal, a la autodestrucción.

Esta novela no tiene el estilo de Stephen King y dista mucho la comparación; pero parece que está dedicada a los fans de Stephen King porque sino fuera porque me he leído una treintena de libros del hijo de Maine, probablemente escribiría algo diferente. Hay algo de El Resplandor e incluso algo de Misery. Pero no hay fan de Stephen King que no admire y lea a Edgar Allan Poe, por lo que también encontrará algo del Gato Negro entre otras referencias literarias que harán que este libro sea como la corona de una biblioteca.
 «Para destruir el mal hay que destruir al ser habitado por el mal, incluso si se trata de uno mismo.»
He estado acostumbrado a que las novelas de grandes escritores se parezcan más a Joyce o Faulkner, que nos hagan pedazos la cabeza encontrando significado, haciendo nuestros propios finales, armando el rompecabezas de las líneas temporales, haciendo los árboles genealógicos de todos esos personajes que aparecen en un capítulo y desaparecen en el otro, regresar las páginas para entender toda esa elipsis y anaelipsis que a veces fastidian tanto y nos llenan de agujeros y zonas grises. Pero Rey de Picas es condescendiente con el lector millenial y aun en la psicología de la novela, que da hablar un poco más, lo hace ameno y fluido.

Rey de Picas, una novela altamente recomendable.
«Estamos al borde de un precipicio. Contemplamos el abismo…, nos sentimos mal y nos mareamos. Nuestro primer impulso es apartarnos del peligro. Inexplicablemente, no lo hacemos.» Edgar Allan Poe.

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