miércoles, 17 de mayo de 2023

EL PESO DEL CORAZÓN de Rosa Montero

«¡Qué bruta eres a veces, Bruna! ¿No lo entiendes? En primer lugar, es que lo único que da sentido a la vida es el conocimiento, el arte, la belleza. Pero, sobre todo, es que da lo mismo aprender la canción diez años o diez minutos antes de morir, porque siempre será aprendizaje frente a la nada, una construcción frágil y efímera. Somos seres fugaces y lo somos todos, querida mía. Los Tecnos, los humanos, los alienígenas.»

Rosa Montero es una escritora española de gran trayectoria y versatilidad periodística y narrativa. Ha obtenido más de una veintena de premios y reconocimientos, siendo el último la Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes de España en 2022. Su obra más destacada es La ridícula idea de no volver a verte, publicada en 2013. Es notable su interacción en redes sociales, especialmente desde que publicó el libro Escribe como Rosa Montero. Ha realizado transmisiones en vivo en Facebook de calidad didáctica, explicando el proceso de escritura y brindando útiles consejos para aquellos que deseen adentrarse en el fascinante arte narrativo.

El peso del corazón es la segunda entrega de la trilogía de Bruna Husky. El primer libro fue Lágrimas en la lluvia, que ambienta la historia en un futuro distópico ciberpunk, bastante rico e interesante, que hubiera sido muy desafortunado no explorarlo más, y es por ello que, a pesar de que Lágrimas en la lluvia contaba una historia autoconclusiva, la detective replicante Bruna Husky debe regresar para hacer frente a un nuevo caso que la pondrá al límite de sus capacidades. He aquí la sinopsis:

«Contratada para resolver un caso a primera vista sencillo, la detective Bruna Husky se enfrenta a una trama de corrupción internacional que amenaza con desestabilizar el frágil equilibrio entre una tierra convulsa y la dictadura religiosa de Reino de Labari. En un futuro en el que la guerra está supuestamente erradicada, Bruna lucha contrarreloj por la libertad y en defensa de la vida, mientras asimila los sentimientos contradictorios que le produce hacerse cargo de una niña pequeña. Bruna Husky es una superviviente capaz de todo que se debate entre la autosuficiencia y la desesperada necesidad de cariño. Es una fiera atrapada en la cárcel de su corta vida, un tigre que va y viene ante los barrotes de su jaula “para que no se le escape el único y brevísimo instante de la salvación”, como el felino de la bella frase de Elias Canetti.»

En la contraportada de la novela, la editorial explicita que «El peso del corazón es un thriller, una novela de aventuras política y ecológica, de fantasía y ciencia ficción...». También subraya que, en medio de ese trasfondo fantasioso que podría encajar con una narrativa juvenil, nos encontramos con una obra muy madura que toma todos los elementos que la componen como un vehículo para brindar una reflexión sobre la realidad en la que vivimos. Mientras que la primera entrega tenía un estilo que la asemejaba a una novela negra con cápsulas existencialistas, en esta secuela nos encontramos con un viraje leve en el estilo, apostando por parecerse más a los thrillers de espionaje típicos de la guerra fría, con componentes políticos e ideológicos.

Si bien es cierto que Rosa Montero construye un mundo distópico, todo lo que existe en él es una metáfora de la realidad, por muy aberrantes que algunos elementos pudieran llegar a ser. Algo que critiqué en mi última reseña es la cantidad de ideas que Rosa Montero incluye, que van desde humanos biológicamente diseñados hasta países flotantes, desde teletransportación hasta contacto con alienígenas, desde robots hasta mutantes. Además, hay una tonalidad de grises que convierte al mundo esbozado en algo tan rico como sucio, tan avanzado como decadente, y eso que apenas ha pasado un siglo desde nuestros días. La autora asume una progresión geométrica de cambios para llegar a ese trasfondo de su relato, que puede apabullarnos y al mismo tiempo interesarnos. Parece que no fui el único que vio ese desborde de ideas y conceptos, seguramente el editor de Rosa Montero le sugirió que podría explorar más ese mundo, y es bastante positivo que lo haya hecho. No repitió la misma fórmula en lo que respecta a la historia, sino que la expandió a otras locaciones y vicisitudes que enriquecen no solo a su protagonista, sino también a la misma lectura.

En resumen, es una historia donde la avaricia por ciertos recursos se impone sobre muchas poblaciones, ya sea por enfermedad o muerte. Estas poblaciones sucumben ante los intereses económicos de grupos oscuros que operan fuera de la ley y escalan en el tráfico de influencias hasta alcanzar los más altos niveles del poder político. La autora encuentra inspiración en muchos hechos reales, como los diamantes de sangre en África, la venta de armas a terroristas y narcotraficantes (que en varios países se han vuelto lo mismo), los programas nucleares de países abiertamente beligerantes y dictatoriales, el fracking en áreas urbanas y residenciales, la explotación minera a cielo abierto y el desplazamiento de pueblos por la construcción de represas hidroeléctricas, entre otros.

A diferencia de Lágrimas en la lluvia, cuyo título poseía un simbolismo abrumador y profundo acerca de la existencia, la memoria y lo que implica ser humano, El peso del corazón se inclina hacia los conflictos internos de la protagonista, quien se involucra emocionalmente con otras personas, especialmente una niña maltratada en la que ve reflejado el anhelo de una maternidad que nunca sería posible. También se presentan otros dilemas de naturaleza romántica que crean una subtrama de triángulo amoroso, la cual matiza las intrincadas vicisitudes de la detective Husky y añade complicaciones como el deseo y la traición. El corazón pesa sobre la protagonista, ya que es una replicante con una expectativa de vida considerablemente corta, una situación de la que es consciente cada minuto y que, de cierta manera, la ha convertido en un ser más propenso a la soledad y la amargura.

La portada ilustra la frase citada en la sinopsis de Elias Canetti, la cual hace referencia a un tigre atrapado en una jaula. Se describe al animal moviéndose sigilosamente de un extremo a otro, siempre a la espera de que un barrote ceda o la puerta se abra para lograr su escape y obtener su libertad. Sin embargo, también existe la posibilidad de que su intención sea atacar y matar, ya que los tigres son de los pocos animales que no olvidan los agravios recibidos.

No es necesario leer el primer libro para entender esta secuela; sin embargo, como sabemos en cualquier saga, es mejor hacerlo para no entrar en frío y que la lectura sea más fluida sin necesidad de tener que recurrir a alguna u otra referencia. Ciertamente, conocer los acontecimientos de Lágrimas en la lluvia me permitió una lectura mucho más ágil y, como ya conocía a los personajes, no me generaba ninguna inquietud respecto a su personalidad o motivaciones.

En el cine se dice que las segundas partes nunca son buenas, y aunque es una generalización, se acepta tácitamente. En el caso de la literatura, podría decirse algo parecido: las secuelas o las segundas partes tienen que sortear una vara muy alta. A pesar de sus bondades y esfuerzo, ya no cuentan con el efecto sorpresa y tienen el inconveniente de satisfacer unas expectativas abultadas, tanto por el placer lector que resultó ser la obra original, como por la espera de la continuación. El peso del corazón es un ejemplo de esta afirmación. Sin duda alguna, es una buena novela que nos invita a la reflexión con temas que merecen la pena, aunque no de la forma y la significancia que su antecesora, de cuyo brillo se nutre como el plenilunio del sol.

Con el título de Los tiempos del odio, la tercera entrega de la trilogía promete sumergirnos una vez más en ese crudo futuro imaginado que podría ser tan lejano como un siglo o poco más. Después de haber compartido esta reseña, me siento preparado para adentrarme nuevamente en el mundo creado por Rosa Montero, sabiendo que encontraré nuevas intrigas, personajes fascinantes y reflexiones que resonarán en mi mente después de llevar el libro de vuelta a su repisa. Aunque no puedo afirmar con certeza qué elementos de lo que se ha escrito se harán realidad, es innegable que hay una pizca de profecía en cada obra de ficción que aborda el futuro.

«Un libro puede ser tan peligroso como una espada.»

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