«El acuerdo firmado con la ONU tenía varias debilidades que, en su momento, ya fueron señaladas por varias personalidades. En primer lugar, porque siendo tan amplias las atribuciones que se daban a la futura CICIG, se atentaba de un modo bastante directo contra la soberanía del país y la independencia de sus organismos estatales. Esto se agravaba por una circunstancia que cabe destacar; las Naciones Unidas dejaron en claro, desde un primer momento, que la CICIG no pertenecía a la organización como uno de sus entes. Sería una comisión internacional de algún modo vinculada y avalada por la ONU, pero no auditable por ella, ni en sus acciones ni en su financiamiento. La CICIG, gozando de inmunidad diplomática, no tendría entonces ninguna supervisión. Así fue como lo entendieron los tres comisionados que se fueron nombrando cuando ya entró a funcionar, dejándolos con amplio espacio para que actuaran de la forma en que mejor les pareciera.»
Carlos Sabino es un reconocido sociólogo, escritor y profesor universitario argentino radicado en Guatemala, con una destacada trayectoria en el ámbito académico y editorial. Ha sido reconocido por su labor como investigador y analista en temas de sociología, historia, economía y política. Sus investigaciones han abordado temas como la globalización, el desarrollo económico, las teorías políticas y la situación socioeconómica de América Latina y en las últimas décadas ha explorado la historia del siglo XX de Guatemala, donde sobresale la serie Guatemala: La historia silenciada. Con una vasta formación académica, Sabino ha ejercido la docencia en distintas universidades, actualmente forma parte del cuerpo académico de la Universidad Francisco Marroquín en Guatemala.
El libro La CICIG: ¿experimento o conspiración? es una obra que desde su título provoca la polémica y despierta el interés del lector. Aborda el controvertido tema de la Comisión Internacional Contra la Impunidad en Guatemala –CICIG–, que ha generado marcadas divisiones entre quienes la apoyan y quienes la rechazan. Aunque antes de sumergirnos en esta reseña, he aquí la sinopsis:
«La CICIG adquirió un inusitado protagonismo durante los 12 años que permaneció en el país. Concebida como un ente de apoyo y asesoría a las instituciones locales se convirtió pronto, sin embargo, en un poderoso factor de la política guatemalteca. El movimiento cívico de 2015 la hizo gozar de amplia aceptación y prestigio pero, cuatro años después, se canceló su mandato, sin que la medida suscitara más que débiles resistencias. ¿Por qué ocurrió esto? ¿Cómo actuó esta Comisión, concebida como un experimento internacional, durante los muchos años que estuvo en Guatemala? ¿Se extralimitó en sus funciones? ¿Había algún designio escondido detrás de sus acciones? El tema es espinoso y conflictivo, pues abundan las opiniones, cargadas de ardor e intolerancia, a favor y en contra de la CICIG.»
La CICIG ha sido objeto de intensos debates y controversias desde su creación, y en esta obra, el autor analiza detalladamente su papel, su origen y su impacto en la sociedad guatemalteca. A través de una investigación por varias fuentes documentales, testimonios y entrevistas, Sabino explora las razones detrás de la implementación de esta institución, así como los resultados y desafíos que enfrentó en su lucha contra la impunidad y la corrupción en Guatemala. Carlos Sabino intenta presentar diferentes perspectivas y argumentos que rodearon a esta comisión internacional, y trata de ofrecer una visión amplia y objetiva de lo que fue su funcionamiento, así como sus posibles implicaciones políticas y sociales.
En la contraportada Carlos Sabino afirma que el libro lo hizo con el patrocinio de la Asociación de Amigos del País, una de las instituciones sin fines de lucros más antiguas de Guatemala. Fue fundada en 1794, casi tres décadas antes de la independencia, antes de que existiera un país siquiera para llamarse así. No es de extrañar que Pedro Molina y José Cecilio del Valle figuren entre los fundadores de esta organización y también sean próceres de la independencia de Guatemala. De cualquier manera, el punto es que es una organización de bajo perfil que, aunque muy antigua es poco conocida, su portal y las referencias no dicen mucho en realidad. Es de suponer que está integrada por descendientes de familias de abolengo y empresarios que en todo caso se han identificado con la derecha tradicionalista de Guatemala, según puede apreciarse por las cuentas que sigue o las siguen en redes sociales, algunas de extrema derecha que son claros activistas y detractores de la CICIG. Esto ya riñe un poco con la pretensión de la visión objetiva y amplia del autor en este libro.
He leído al menos seis o siete libros de Carlos Sabino, y no puedo negar que son una excelente cápsula de redescubrimiento de la historia, bien documentada y, sobre todo, bien estructurada y narrada. Como libros de divulgación, las publicaciones de Carlos Sabino funcionan bastante bien, principalmente en las que se aparta con una brecha de tiempo significativa de al menos cuarenta o cincuenta años, para pergeñar en los hechos fuera de la emoción y controversia de las sensibilidades políticas. Él mismo lo ha mencionado, que no es prudente hablar de historia en acontecimientos recientes porque el tiempo transcurrido y sus actores, mientras sigan vivos y con influencia y poder, no permitirán más que una aproximación parcial de los hechos con el riesgo de dejar fuera otros actores o contrapartes por exilio, no conveniencia o las razones que sean. Y de cierta manera, lo que Carlos Sabino indicó que no era prudente hacer es lo que termina haciendo en esta publicación y por ello hay que tomarla con cuidado y discreción, porque a lo sumo representa una perspectiva que, si está bien o mal, ni el autor ni el lector tienen los suficientes elementos para poder llegar a un juicio completo e imparcial.
Debo rescatar que Carlos Sabino es un investigador profesional y experimentado que tiene un método que expone los hechos de forma secuencial y sistematizada. Así mismo, lista sus fuentes, aunque debo admitir que la calidad de las inferencias dependerá de la calidad de las fuentes y en este caso no son del todo buenas y hay algunas que son de carácter anónimo, muy parecido a como un periodista escribe una denuncia basada en el testimonio de una persona que solicita mantener su anonimato. No obstante, esto no significa que deba desestimarse el libro, de ninguna manera. El trabajo no deja de ser serio y finalmente afila el criterio del lector, que es el propósito.
El libro está dividido en dos partes. La primera es probablemente la más valiosa, pues Sabino narra el origen de la CICIG escarbando y rescatando datos desde el fin de la lucha armada y la búsqueda de la paz, es decir, desde esa primavera democrática en Guatemala que se ha fijado con la Constitución Política de 1985 que permitió el primer gobierno civil electo democráticamente en 1986. Estos datos históricos son de carácter expositivo. Pasamos de la MINIGUA (Misión de Verificación de las Naciones Unidas en Guatemala) en 1994 a la CICIAGS (Comisión de Investigación de Cuerpos Ilegales y Aparatos Clandestinos de Seguridad) en 2003, para luego, en 2006, crearse lo que conoceríamos como la CICIG. Vamos conociendo a los comisionados, su trabajo y sus casos: Carlos Castresana, Francisco Dall’Anese e Iván Velásquez. Y con este último comisionado no sólo la CICIG cobra un gran protagonismo mediático al exponer y deponer las funciones de la vicepresidente y el presidente de la República, y todo lo que esto conllevó, incluyendo las manifestaciones y recorridos multitudinarios de la población, sino también significó el declive de la Comisión ya en confrontación directa con el gobierno de Jimmy Morales, cuando ya se hablaba de la judicialización de la política y la política de la judicialización.
La segunda parte del libro está divida en capítulos y cada uno es un caso específico que tuvo un seguimiento mediático, por ejemplo, el caso Rosenberg, la operación Pavo Real, la acusación de genocidio de altos militares, incluyendo a Ríos Montt, el Bufete de la Impunidad, el caso IGGS-PISA, la muerte de Pavel Centeno, el caso Odebrecht, el caso Transurbano, el Botín del Registro de la Propiedad y muchos otros casos más, incluyendo los relacionados a los del financiamiento electoral ilícito del partido Líder, Partido Unionista, UNE y FCN-Nación.
El libro contiene algunas conclusiones del autor, algunos análisis y reflexiones, además de una buena cantidad de anexos que van desde publicaciones de prensa hasta actas o documentos legales de carácter público.
Dicho lo anterior, como todas las publicaciones de Carlos Sabino, La CICIG es un libro muy recomendable. Defiendo que no se trata de estar de un lado o de otro. Corrupción es corrupción por donde se le vea. Un amigo mío me comentó que la CICIG tenía un buen propósito y que pesar de todo, iba bien encaminada, tenía mucha aceptación en la mayoría de los sectores de la población guatemalteca y también poder, pero que luego su agenda cambió o se mostró como era y ese poder corrompió o ya era así, allí ya entramos en el terreno de la especulación, y en lugar de ser el árbitro se convirtió en un jugador más de la política guatemalteca con las consecuencias que ahora hay. Formarse un criterio es lo mejor en esto, que no hay verdades absolutas.
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