«Se había dirigido a la nación a través de un mensaje televisado a las ocho en punto de la mañana. Había anunciado que la amenaza nuclear que suponía Corea del Norte había dejado de existir. Los chinos y el resto del mundo deberían entender que ese era el destino que esperaba a cualquier grupo que utilizara armas nucleares contra Estados Unidos o sus aliados. Había informado de que había recibido mensajes de apoyo de más de la mitad de los líderes mundiales, ya que un régimen sin escrúpulos con armas nucleares era una amenaza para todos. Llamó a la calma, pero no aseguró a la audiencia que todo fuera a salir bien.»
Ken Follett es uno de los escritores británicos más famosos y reconocidos en vida. Lleva casi medio siglo escribiendo, y cada libro que publica se convierte en un bestseller. Sus novelas son traducidas a decenas de idiomas, y se estima que en conjunto ha vendido más de 170 millones de ejemplares. Miles de lectores en todo el mundo descubren año tras año las páginas que surgen de la pluma de Follett y encuentran en ellas un gancho que les permite disfrutar de una lectura fluida y emocionante. Follett transita entre el thriller y la novela histórica, a menudo mezclando ambos géneros para ofrecer relatos que capturan lo mejor de ambos mundos.
Nunca es una novela sumamente interesante, especialmente en los tiempos que vivimos, donde el autor, Follett, explora la posibilidad de un escenario global al borde de una tercera guerra mundial. La obra comienza con un prólogo que indica cómo durante la creación de su trilogía The Century, el autor se encontró con datos reveladores que le hicieron reflexionar sobre la actualidad. En 1914, antes de la Gran Guerra, ninguna nación o país deseaba un conflicto militar, ni tampoco sus dirigentes, ya fueran estos ministros, reyes o emperadores. La guerra era considerada como una última opción, ya que el desarrollo industrial de Europa había conducido a una aceleración armamentista, y todos sabían que las consecuencias serían devastadoras, sin precedentes en la historia de la humanidad. A pesar de que ninguna nación quería la guerra, se produjeron hechos, incluso moderados, que de uno a uno llevaron finalmente a un vaso que se derramó en sangre con el asesinato del archiduque Francisco Fernando de Austria. Cruzado el punto de no retorno, solo quedaba el fuego. La guerra lo engulló todo. Pero antes de adentrarnos en la reseña de Nunca, he aquí la sinopsis:
«En el desierto del Sáhara, dos agentes de inteligencia siguen la pista a un poderoso grupo terrorista arriesgando sus vidas a cada paso. En China, un alto cargo del gobierno con grandes ambiciones batalla contra los viejos halcones del ala dura del Partido que amenazan con empujar al país a un punto de no retorno. Y en Estados Unidos, la presidenta se enfrenta a una crisis global y al asedio de sus implacables oponentes políticos. Está dispuesta a todo para evitar una guerra innecesaria. Pero cuando un acto de agresión conduce a otro y las potencias más poderosas del mundo se ven atrapadas en una compleja red de alianzas de la que no pueden escapar, comienza una frenética carrera contrarreloj.»
Nunca es una novela coral que transcurre en un breve período de tiempo. Sus protagonistas no están directamente vinculados, pero son testigos de los acontecimientos que desencadenarán los conflictos. La obra, dividida en cinco secciones, toma como títulos los niveles del sistema de alerta de las Fuerzas Armadas de los Estados Unidos, desde DEFCON 1 hasta DEFCON 5. La estructura es piramidal, siendo la primera sección la más extensa, presentando a todos los personajes y estableciendo su posición como si de un tablero de ajedrez se tratase. A medida que avanzamos, cada sección se vuelve más corta, conduciéndonos al inicio del apocalipsis nuclear.
En una novela coral, suele haber alguna historia menos atractiva o que quisiéramos saltar rápidamente, pero en Nunca esto no ocurre. Cada historia tiene su propio valor, tono y repercusión. Es cierto que algunos personajes tienen un protagonismo histórico mayor, como la Presidenta de los Estados Unidos, quien debe tomar decisiones ante cada ataque interno o externo. Por otro lado, personajes como Kiah, una mujer pobre de Chad, nos conmueve con las vicisitudes y aflicciones de una joven viuda y madre en un lugar anárquico y acosado por terroristas islámicos.
Siempre he creído que Follett sabe cómo dar profundidad y tridimensionalidad a sus personajes principales, aunque no tanto a sus antagonistas o secundarios. Pero en esta novela debo retractarme. Cada personaje tiene claras sus motivaciones y es difícil tomar partido, considerando toda la información que los rodea. La trama política está hábilmente entrelazada con el pasado reciente, otorgándole sustancia a los argumentos. Además, Follett explora la vida privada de los personajes, brindándoles un contexto más rico para sus pensamientos y decisiones.
La historia del viceministro de inteligencia del interior de China, Chang Kai, y su esposa Tao Tig, una famosa actriz en el país, es, en mi opinión, una de las mejor construidas. Aunque algunos, en la novela, podrían asumir que China es el enemigo irrefutable de los Estados Unidos, Follett define su cultura y sistema de valores, distintos, pero no mejores ni peores que los occidentales. El presidente de China, Chen Haoran, es retratado como un personaje con un poder no del todo asegurado, con tensiones entre las facciones del pasado comunista y el presente progresista, lo que puede dar lugar a conspiraciones y anulaciones políticas, o incluso prisión y desapariciones. La trama está llena de espionaje y crisis con Corea del Norte que arrastran al gigante asiático a otras implicaciones globales. Para el lector, que conoce todo los pormenores, tomar partido es imposible.
Desde búnkeres en Nuevo México y la Casa Blanca hasta Chad y el desierto del Sahara, desde Pekín hasta Dandong en la frontera con Corea del Norte; políticos, espías, agentes, terroristas y militares de varias nacionalidades, ideales e intereses se acercan a ese horizonte de sucesos del que una vez cruzado, nadie puede escapar. Nunca es un thriller único, aunque reconozco que tiene algunos fallos, como la omisión de la OTAN, dejar fuera a Rusia y restar relevancia a la ONU. El tema Islámico también podría haberse desarrollado más, pero con tantos elementos, la obra habría crecido a proporciones monumentales. Supongo que, si Follett hubiera comenzado a escribirla un año después, se habría enfrentado a una difícil tarea para incluir a Rusia. Aunque obvió a Crimea, resulta imposible hacerlo con toda Ucrania.
Leer a Follett es un placer, aunque en este caso también provoca inquietud, porque nada de lo que plantea es imposible. El mundo siempre está al borde del desastre. Ninguna potencia puede permitirse mostrar debilidad, pues internamente sería imperdonable y externamente desataría una escalada incontrolable. Una vez cruzado el Rubicón, solo queda avanzar. La ausencia de guerra no significa paz. Nadie evita la guerra, a lo sumo solo se puede posponer. Los dos minutos antes de la media noche no son eternos.
En cuanto a la lectura, es bastante accesible y fluida, sin que ello signifique simpleza. En su sencillez, hay un esfuerzo por la claridad, aunque debo admitir que hay varios destellos narrativos en Follett, no tanto en lo que escribe, sino en lo que transmite. Armar una novela coral ya es un reto, y si a eso le agregamos una historia central que nos estremece, obtenemos una obra magnífica. Muy recomendable.
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