jueves, 18 de junio de 2020

LA BIBLIOTECA DE LOS MUERTOS de Glenn Cooper


«Le preocupaba la confluencia, como a toda la hermandad, pero estaba convencido de que a él le afectaba más que a los otros, deducción esta del todo imaginaria ya que los problemas de ese tipo no se discutían de manera abierta.» 
La biblioteca de los muertos es el primer libro de la trilogía que tiene como personaje principal al agente del FBI, Will Peper, le siguieron las entregas El libro de las almas y El fin de los escribas. También fue la novela que le abrió el camino en las editoriales a Glenn Cooper, un médico norteamericano que decidió probar suerte con la escritura y que hasta la fecha tiene más de diez libros publicados en menos de una década.

Este libro lo había tenido guardado por años, acumulando polvo en una repisa. Incluso lo adquirí antes de que saliera publicada la siguiente entrega de la saga. No puedo dejar de señalar que descubrirlo nuevamente en mi biblioteca guarda cierto paralelismo con su contenido que trata del descubrimiento de miles de libros en unas criptas que llevaban ocultos casi ocho siglos. A continuación, cito la sinopsis:
«¿Qué harías si supieras la fecha de tu muerte? Bretaña, siglo VII. En la abadía de Vectis crece Octavus, un niño al que le auguran poderes diabólicos. Octavus no tarda en empezar a escribir una lista de nombres y fechas sin ningún sentido aparente. Pero poco después, cuando una muerte en la abadía coincide con un nombre y una fecha de la lista, el miedo se apodera de los monjes. Nueva York, en la actualidad. Un asesino en serie tiene atemorizada a toda la ciudad. Poco antes de morir, las víctimas reciben una postal con la fecha de su muerte escrita. ¿Quién recibirá la próxima postal? ¿Quién será la siguiente víctima? ¿Quién está detrás de estas muertes?»
Lo que habéis leído es un cliffhanger en toda regla. Una estrategia típica de los thrillers para llamar la atención del lector y que decidamos darle una oportunidad. En ese momento Glenn Cooper era un escritor desconocido ¿por qué habríamos de leer una historia tan extraña? ¿Qué lo hacía diferente al resto de las propuestas de thrillers adictivos al estilo de Dan Brown? No tengo una respuesta para ello, el marketing de la editorial funcionó en mi caso, al menos para comprarlo, porque tuvo que pasar diez años para que me decidiera a leerlo y que me enterara que no solamente fue un éxito, sino que además se convirtió en una trilogía y que hay planes de convertirlo en una serie de televisión.

El libro tiene varias líneas temporales, una que comienza el 1 de julio de 777 con el nacimiento del séptimo hijo del séptimo hijo –todo muy cabalístico–, esto ocurre en Vectis, Britania, que luego retomaríamos en otra línea narrativa con el nombre cambiado por el de la isla de Wight en 1297; otra línea ocurre en Nueva York en 2009 con el personaje principal, el agente del FBI Will Piper, pero casi al mismo tiempo –meses atrás– seguimos a Mark Shakleton en las Vegas, quien es un informático que trabaja en el Área 51, en Nuevo México, luego estas dos líneas se cruzan y confluyen en Los Ángeles. Hay otras líneas narrativas secundarias que transcurren en 1947 en diferentes momentos y lugares, en Washington, Londres y la isla de Wight. Todos los capítulos están intercalados.

Con tantas líneas narrativas hay una abundancia de personajes y arcos argumentales que en algún momento el autor deberá cerrar. La novela tiene una extensión promedio, por lo que en la medida que hemos avanzado nos sentiremos preocupados porque nos cuestionaremos si las páginas que quedan serán suficientes para cerrar todas las historias de forma satisfactoria. A pesar de estas características, la novela no es compleja, difícil de entender o seguir. Habrá más de cinco líneas narrativas, pero todas tienen el mismo estilo, muy básico y sencillo. No es una novela en la cual nosotros encontremos una calidad literaria que resaltar o una versatilidad de recursos narrativos, es una novela de entretenimiento puro. Si el libro fuera un plato de comida, sería una genérica hamburguesa con queso.

La novela, en lo que se refiere al planteamiento de su premisa, me recuerda mucho a esas teorías de conspiración y órdenes secretas a la que nos tiene acostumbrado Dan Brown, con el detalle de que Glenn Cooper quiso ser pretencioso y nos sale con un culebrón que no resiste el absurdo de su premisa y que tiene más agujeros que un colador. Al menos Dan Brown juega un papel secundario de guía turístico y salpica de un poco de humor a sus personajes. Por más que Cooper se esforzó en hacer a sus personajes tridimensionales, los hundió más en el acartonamiento. Todo intento por crear una personalidad o una motivación contando una historia o recuerdos de sus personajes, parecía más relleno que datos de valor que aportaran a la construcción de la trama.

La premisa básica es que escribas autistas descendientes del séptimo hijo del séptimo hijo durante cinco siglos estuvieron en una abadía registrando predictivamente nombres de personas de todo el mundo con la fecha de cuando nacerían y cuando morirían, hasta hacer una biblioteca de doscientos cincuenta mil volúmenes que llevarían sus registros pseudoproféticos hasta el Siglo XXI. Biblioteca que quedó sepultada durante siglos para luego ser encontrada en 1947 y por razones que no me quedaron claras, los ingleses ceden todos los documentos a los estadounidenses, quienes para proteger el secreto crean el rumor del platillo extraterrestre que cayó en Roswell. Con las décadas invierten una gran cantidad de recursos y logran digitalizar toda la información y hacerla concordar con toda persona viva en los Estados Unidos y alrededor del 90% de la población mundial. Su mejor informático se roba la información en USB de 4GB y enseguida, cuando la trama lo requiere, también existen nombres no registrados que justo y convenientemente son los de nuestros protagonistas y sus seres queridos en 2009.

Los debates éticos del libre albedrío, del destino, de saber que haríamos si supiéramos la fecha de caducidad de nuestras propias vidas o de la del mundo entero, Glenn Cooper no sabe cómo abordarlos y sus personajes no son precisamente los mejores recipientes para cargar con esa responsabilidad. Cooper termina estrellándose delante de nuestros ojos y vemos como su idea más profunda se hunde en un parpadeo en el pantano de su trama.

Realmente no esperaba mucho de La biblioteca de los muertos, con un título así uno sabe que leerá un thriller para desconectarse y dejarse ir en una historia con buen ritmo, como ver una película de la franquicia Rápido y Furioso, totalmente descerebrado. No obstante, me sentí decepcionado porque todo parecía tan predecible, forzado y absurdo que no había manera de salvarla. La hamburguesa con queso se pasó de salada. En comparación Dan Brown es Faulkner.

Entre lo positivo de la novela es que se lee rápido. Es muy fluida y los capítulos, al igual que su sinopsis, utilizan el cliffhanger como método para motivarnos a voltear la siguiente página. También de alguna manera podría decirse que es autoconcluyente, que no requiere de leer segundas partes, a no ser que busquemos satisfacer todos los hilos sueltos que dejó la trama, aunque creo que los siguientes libros lejos de cerrar arcos abiertos, abrirán otros. Estos son los típicos libros para leer una vez, y nada más.

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