jueves, 18 de junio de 2020

LA LIBÉLULA MECÁNICA Y EL AVERIGUADOR de Arturo Monterroso


«Señor marxista: lo de anoche fue solo una diversión. No se esté metiendo a esconder a ninguno ni a soliviantar a la gente en pueblos. Ya sabemos qué hacen sus hijas y donde encontrar a su mujer y a su nieta. Sería muy triste les pasara algo.»
Conocer a escritores y entablar charlas con ellos no es algo muy común para un lector. Tuve el gusto de conocer a Arturo Monterroso de quien recibí esta novela e incluso su autógrafo. El lector tiene un horizonte de conocimiento, lee en pocas horas lo que para un escritor es un proyecto que le pudo haber llevado meses o años. Hay todo un proceso desde la idea hasta la publicación que descubrí gracias a don Arturo. Arturo Monterroso es un escritor guatemalteco con una larga experiencia en el periodismo, también se desenvuelve en el ámbito editorial como asesor, corrector de estilo y editor. 

La libélula mecánica y el averiguador es la continuación de La mosca dragón. A estos libros lo separan diez años. La mosca dragón fue publicada en 2006, La libélula mecánica y el averiguador en 2016. Y lo mismo ocurre con las historias que Arturo Monterroso nos relata, ya no es una novela contada desde la perspectiva inocente de una niña, ahora sus personajes han crecido y madurado y son más conscientes de los peligros a los que se enfrentan. 

Aunque los personajes sean los mismos y que existan nexos con la trama de La mosca dragón, La libélula mecánica y el averiguador se siente completamente diferente. Es el mismo escritor, pero con otros recursos narrativos y otro estilo. En esta novela existen varias líneas narrativas, la narración avanza a saltos y se presenta como un thriller ligero, aunque lo que no ha abandonado es su público objetivo, sigue siendo una novela juvenil. 

En algún momento tendré que preguntarle al escritor directamente el porqué de la obsesión con las libélulas, porque si hay una tercera entrega seguramente tendrá un título que haga referencia a ese insecto volador. De momento presumiré que es un símbolo de identidad. Las libélulas son insectos majestuosos, pero sabemos poco de estas, no porque no haya información –seguramente hay tesis completas y documentales–, sino porque las vemos como partes del paisaje y nada más. También la libélula se asemeja a un helicóptero, de hecho, el helicóptero en su aerodinámica está inspirado en este insecto. Los helicópteros ahora se usan mucho de forma particular y privada, pero anteriormente eran un instrumento exclusivamente militar, un arma bélica, al menos en Guatemala. Dado el contenido de estas novelas no me extrañaría que la misma libélula sea una representación de los militares en el paisaje, algo que está allí y de lo cual no nos hemos informado lo suficiente, a pesar de que también la información esté allí, al alcance de todos. 

Guatemala ha pasado por muchos levantamientos y guerras civiles, la última que enfrentamos dejó muchas víctimas, secuelas y heridas sociales profundas que todavía no han cicatrizado. La paz con el tiempo se convirtió en una herramienta de polarización política donde nuevamente caemos a la defensa de intereses muy particulares que, si bien es cierto que entran en enfrentamiento a otros intereses igual de espurios, son un desgaste para el desarrollo y el progreso. La corrupción es generalizada. No es el sistema político el que está corrupto, la corrupción es el sistema político. Y en medio de esa doble moral, secretos problemáticos y personajes oscuros, se ambienta La libélula mecánica y el averiguador como un recordatorio de que el pasado es un fantasma que se niega a desaparecer, un parásito que asecha con vileza a quienes hurgan o intentan sanar la herida. 

Como dijo Miguel Ángel Asturias, «un inocente a mal con el Gobierno, es peor que si fuera culpable.» Y los personajes de esta novela deben huir de la noche a la mañana por una situación que escapa a su control. La libélula mecánica en esta novela es un objeto de espionaje, una pieza de alta tecnología que obviamente no es de fabricación guatemalteca y cuyo propósito es hasta conspirativo e involucra a muchas personas incluso fuera de las fronteras. El averiguador, por otra parte, es el equivalente humano de la libélula, una pieza humana de espionaje, un dinosaurio de la persecución política.

La novela tiene buen ritmo y fluidez, crea una buena dosis de intriga y suspenso. Su temática se siente actualizada como para interesar a los jóvenes, aunque no por ello dejará de interesar o gustar a otro público que verán entre los capítulos de Arturo Monterroso las secuelas de la guerra y los tiempos de la persecución y censura. El peor error de una sociedad es olvidar.

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