miércoles, 24 de junio de 2020

ROSA CANDIDA de Auður Ava Ólafsdóttir


«Mi hija está sentada sobre mis hombros sin hacer el menor ruido y le cubro los ojos con la mano y miro directamente hacia la luz, hacia la claridad cegadora, y entonces es cuando la veo en lo más alto del ventanal del coro: la rosa purpúrea de ocho pétalos, exactamente cuando el primer rayo atraviesa la corola y se posa en la mejilla de la niña.»
Este es mi primer encuentro con la literatura islandesa por lo que tampoco lo consideraré tan representativo como para marcar mi apreciación, pero sin duda lo tengo por buena opción. Islandia es un país muy joven, su independencia la alcanzó a mediados del Siglo XX, la isla fue habitada en los albores del Siglo IX e incluso, su formación geológica es bastante reciente, pues surgió hace aproximadamente veinte millones de años. Su literatura surge al mismo tiempo que la historia de Islandia y se coronó en 1955 cuando Halldór Laxness recibió el Premio Nobel de Literatura.

Auður Ava Ólafsdóttir es una es escritora y académica. Actualmente profesora de historia del arte en la universidad de Reikiavik y directora del Museo de la Universidad de Islandia. Como autora ha recibido varios premios y reconocimientos, uno de los más destacables fue el recibido en 2018, el Premio de Literatura del Consejo Nórdico, premio que en anteriores ocasiones lo han obtenido autores como Sofi Oksanen, Henrik Nordbrandt y Kerstin Ekman. Quienes también nos han enseñado que en los países al norte de Europa, en lo que a literatura se refiere, son mucho más ricos en letras y que no solo hay novelas negras y policiales.  Auður Ava Ólafsdóttir obtuvo notoriedad con la publicación de La mujer es una isla, y sus novelas sin ser demasiado pretenciosas abordan problemas filosóficos de la vida moderna. Rosa candida es su tercera novela, publicada en 2007 y con ella logró alcanzar cuatro premios, uno de ellos a nivel internacional, además de ser finalista en por lo menos otros tres certámenes.

Rosa candida a priori tiene un argumento bastante sencillo. Un joven de veintidós años parte de su hogar, buscando suerte con su vocación de jardinero en un país extranjero. Os dejo la sinopsis:
«El joven Arnljótur decide abandonar su casa, a su hermano gemelo autista, a su padre octogenario y los paisajes crepusculares de montañas de lava cubiertas de líquenes. Su madre acaba de tener un accidente y, al borde de la muerte, aún reúne fuerzas para llamarle y darle unos últimos consejos. Un fuerte lazo les une: el invernadero donde ella cultivaba una extraña variedad de rosa: la rosa candida, de ocho pétalos y sin espinas. Fue allí donde una noche, imprevisiblemente, Arnljótur amó a Anna, una amiga de un amigo. En un país cercano, en un antiguo monasterio, existe una rosaleda legendaria. De camino hacia ese destino, Arnljótur está, sin saberlo, iniciando un viaje en busca de sí mismo, y del amor perdido.»
Rosa candida es una novela acerca de la paternidad en un mundo en el cual ya no cazan los patrones tradicionalistas. Arnljótur es un joven bastante introvertido, melancólico y noble. Su amor por los jardines, sus modales respetuosos y su distanciamiento en ocasiones llevan a que más de alguno dude de su orientación sexual. Su hogar está ubicado en un lugar rocoso y yermo, es un contraste que su vocación sea la jardinería cuando nada crece fuera del invernadero que construyó su difunta madre. Su padre es un hombre viejo, casi octogenario y su hermano gemelo no habla, vive feliz en su mundo, es autista.

El viaje de Arnljótur a otro país también lo es fuera de sí. No era precisamente un joven inmaduro cuando partió, pero sí con muchas dudas y a pesar de que al concluir la novela muchas de esas preocupaciones persisten, él ha cambiado su vida y la comprensión de las cosas, es tan feliz como los momentos y las circunstancias que ha elegido se lo permiten. Cuando nace su hija, en el preciso instante que se convierte en padre, también sabe que un día morirá y que su juventud es efímera. El padre de Arnljótur es un hombre que hubiese preferido que su hijo no se marchara, y cada vez que habla por teléfono se preocupa de que haya comido, de que esté bien, de que tenga dinero e incluso se ofrece a ir a por él si fuera necesario. Es un padre protector con una semilla de tristeza. Arnljótur en al inicio resiente los mimos de su padre, para él son exagerados, luego los comprende y posteriormente los extraña.

La hija de Arnljótur es producto de una relación sexual sin sentimiento y conocimiento previo ni posterior. Arnljótur y Anna estuvieron juntos la mitad de una noche, se dejaron ir a por su deseo, apenas sabían sus nombres. No se volvieron a ver hasta que ella le dijo que estaba embarazada y que se haría cargo. Él no objetó ni supo que decir. Luego la volvió a ver en el momento del parto para recibir a su hija. El viaje que hace a otro país no es una excusa para huir de sus responsabilidades, jamás pasa por su mente eso. Sin embargo, el orgullo de padre le acompaña y cada vez que puede muestra una fotografía de su hija, haciendo las aclaraciones de cuantos meses tiene y porqué tiene poco cabello.

El pasado siempre lo termina alcanzando. A pesar de estar en una aldea muy recóndita en otro país, Anna lo encuentra y decide quedarse con él unas semanas, mientras termina su tesina. Tampoco es que Arnljótur se hubiera escondido, porque todo pasó muy rápido y por teléfono aceptó que Anna y la bebé llegaran con él unas semanas. Anna no tiene quien le ayude con la bebé y para ella sus estudios son prioritarios. Flora Sol, el nombre de su hija, se convierte en el eje de sus días. Con nueve meses le enseña a caminar, sus primeras palabras y en varios idiomas. Al mismo tiempo el jardín, la legendaria rosaleda, en el que había estado trabajando por meses, empieza a recuperar su esplendor. El sentimiento de padre lo arrebata. También empieza a enamorarse de Anna. Hasta ese momento ella estaba con él como su invitada, ni siquiera una amiga. Sabía poco de ella, y tampoco ella sabía mucho de él. Eran como desconocidos y después de semanas de convivir no es que supieran mucho el uno del otro. De día había una distancia que los separaba, de noche eran una sola carne.

Si continúo creo que terminaré revelando el final, así que hasta allí las descripciones que puedo hacer sobre el contenido.

Auður Ava Ólafsdóttir logró explorar y hurgar sobre los sentimientos y las emociones que fungen como lazos que atan a las familias, aún si estas distan de ser una tradicional familia de cartón. Arnljótur había perdido a su madre, con quien guardaba más que un vínculo, era su todo, pero no estaba solo, tenía un padre devoto que podría ser su abuelo, un hermano con el que no podía comunicarse con palabras y, finalmente, una madre para su hija que no era ni su pareja ni su amiga, una desconocida y aun así habrían de compartir un techo. Con veintidós años cumplidos no le interesaba estudiar una carrera universitaria, pero sí leía libros de jardinería y botánica, su vocación con las flores no se limitaba a empirismos.

Rosa candida pertenece al postmodernismo literario, el humanismo en las letras y la visión de que las historias aún más sencillas son capaces de llenar a un espíritu exigente. La escritora usa un lenguaje sencillo, sus diálogos son oportunos y francos y no vacila ni divaga en escenas que no aportan a la trama. Todo tiene una razón de estar allí, todo tiene un significado, nada es adrede, es una obra bien estructurada y planificada que no dejó nada al azar y en todo momento tuvo muy claro el mensaje para el lector.

El mundo podrá ser oscuro y a nuestros ojos, por la incomprensión de lo que sucede, puede estar derrumbándose, pero a pesar de todo continúa, las cosas cambian, evolucionan, pero las emociones no son diferentes. Un ser humano es tan débil como lo fuerte que puede ser. Un padre de veintidós años demostró ser tan responsable y amoroso, tan prudente y cercano como uno de setenta y siete.
«Las cosas empeoran solamente hasta cierto límite antes de volver a mejorar.»

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