lunes, 9 de septiembre de 2019

LA AMAPOLA DE WESTMINSTER de Francisco Pérez de Antón


«Las cosas no son como son, sino como se perciben, de igual modo que no fueron como la memoria las guarda, sino como la imaginación (esa entrometida) las evoca.»
Francisco Pérez de Antón nació en España, pero ha vivido más de la mitad de su vida en Guatemala, mucha de su obra la ha dedicado a Guatemala. Lo que ha conseguido y logrado empresarial y profesionalmente lo ha hecho en Guatemala. Por lo que podría considerársele antes chapín que gachupín, creo que también el escritor así lo siente y entiende. Es ingeniero, economista, periodista, catedrático universitario, empresario y escritor. Posee una importante cantidad de libros publicados, una buena parte de ellos ambientados en la Guatemala colonial. 
«El mal no es sino el efecto de una conmoción íntima en el curso de la cual nuestros atavismos más oscuros logran derrotar a los más altos valores del espíritu, y que no es Satanás quien lo causa, sino las emociones de los hombres.»
La Amapola de Westminster es una de sus obras que rompen la regla de la Guatemala de antaño. Se ambienta en Inglaterra de la Edad Media, ya su nombre lo sugiere, y ese telón de fondo me hizo perder un poco la fe en el inicio, pues quien mejor que un inglés para escribir de Inglaterra, pero luego reflexioné en mi paradigma y me dije que esta es la era de la información y revolución digital, todo está disponible y al alcance de un celular. No se necesita estar en un lugar para conocer su historia, incluso para darse un recorrido por las calles y principales obras de infraestructura. Teniendo como referencia inmediata la pericia periodística de Pérez de Antón, supuse que debió haber hecho una investigación seria y bastante completa para hacer que su obra no sólo fuese entretenida, sino creíble, creíble hasta el punto de que utilizó personajes reales para recrear lo que se conoce como la clásica «novela histórica».

Lo que debo destacar de esta novela es que parece haber sido escrita por un inglés del siglo XVIII que narraba los hechos de una conspiración real del año 1363. La narrativa es bastante pulcra, bien estructurada, los diálogos elocuentes e inteligentes, y aun cuando los personajes se ofenden lo hacen con cierta elegancia y sutileza que ni por asomo parece vulgar. Realmente Francisco Pérez de Antón se luce con todo su acervo cultural y nos muestra que toda la fama que lo antecede es bien merecida y que incluso se queda corta.

Después de leer la Amapola de Westminster uno queda con un deleite en el uso de las palabras y esos diálogos salpicados de sapiencia y astucia, vienen unas ganas de tomar una novela como plato fuerte de escritores ingleses clásicos como Lord Byron, Oscar Wild o Bram Stoker.

La sinopsis es la siguiente: «Durante una fiesta en el palacio de Westminster, una bella dama de compañía es asesinada mientras danza ante la corte. Su compañero de baile, un joven escritor, es acusado del crimen, por demás tan insólito como inexplicable. Nadie ha visto al asesino apuñalar a la dama, pero más de cien invitados que han presenciado la danza señalan al joven como culpable. Obligado a huir, es perseguido de manera implacable por el primer magistrado del Reino, un hombre de sesenta años y amante de la dama asesinada. El crimen, que sucede en el marco de la Guerra de los Cien Años, trastorna la vida de ambos personajes quienes vivirán una vorágine durante los cinco días de persecución. Mientras, la novela traza a lo largo de sus páginas el cambio emocional de ambos antagonistas.»

En lo literario, en lo narrativo, y hasta en la prosa, la novela queda bien posicionada y es difícil encontrar tacha o mácula. En el drama, en el nudo y hasta en el desenlace, me parece que hizo falta más, las páginas se quedaron cortas para contar momentos que uno, después de varios años, pueda traer a la mente, rememorar como algo fascinante o inesperado, un giro que apuntale a la obra para convertirla en un referente de la novela histórica; pero pueda que esto último sea demasiado y contraproducente, que termine por demeritar la factura histórica, que en este caso se encuentra bien saldada.
«La lealtad es hija de la conveniencia, y la deslealtad no es un acto réprobo, sino una necesidad política.»
Entre las conversaciones de los personajes, sus elucubraciones, sus gestos, pensamientos y decisiones, el autor nos lanza varios aforismos que bien podrían ser parte de un ensayo político o filosófico. Incluso, hay versos desperdigados entre las páginas:
«La tierra es blanca,
la semilla negra,
cinco los caballos
que el arado lleva.»
Una adivinanza presentada en una estrofa que define el arte de la escritura. Una excelente novela, no cabe duda de que de ello.

Mis únicas referencias leídas de Pérez de Antón hasta este momento habían sido Cansados de Esperar el Sol y Los EquíBocos de Blas Bielsa. El primero publicado en 1985 llegó a mis manos cuando era demasiado joven, hace casi veinte años, y para la época que lo leí –año 2001– me pareció un libro aburrido y de poco que destacar –tendré que volver a leerlo, a veces los libros cambian cuando uno los lee por segunda vez, o bien, podría ser que quien lee es el que cambia–. Cuando leí Los EquíBocos de Blas Bielsa me impresioné por la cultura y habilidad en el uso de las palabras que posee el escritor, esto fue hace un par de años. Ahora que leo una obra más reciente del autor, La Amapola de Westminster, quedé bastante impresionado por toda la serie de detalles.
«La verosimilitud, y no la verdad, es lo que cuenta en la vida.»
Me disfruto los libros de los que no tengo demasiadas expectativas; pues al no esperar demasiado la obra puede darme una agradable sorpresa. En este caso podría considerarla una novela sobresaliente, al menos comparada entre todo lo que leo. La Amapola de Westminster la compré recién fue publicada, pero más allá del deseo de leer a Pérez de Antón, lo compré porque quería leer a un autor guatemalteco –Y pues Pérez de Antón tiene doble nacionalidad–. En ocasiones, uno siente la necesidad de leer autores nacionales, autores guatemaltecos. Guatemala es la cuna del realismo mágico, género artístico y literario que ha caracterizado a toda la región de Latinoamérica y precisamente fue Miguel Ángel Asturias, Premio Nobel de Literatura, uno de los principales precursores este movimiento literario. Comprenderán que, en lugar de Pérez de Antón, terminé leyendo la opción más obvia para un guatemalteco, a Miguel Ángel Asturias. Por lo que La Amapola de Westminster pasó varios meses en la librera acumulando polvo hasta que me dije, es momento.
«Quien decide con prontitud, pronto se arrepiente.»

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