«Yo no comprendo lo del suicidio, pero hasta cierto punto sí que entiendo lo de la bebida y los malos hábitos. Nuestro amigo Andy intentó explicármelo hace años. Dijo que es porque la vida del escritor no tiene ni pizca de disciplina. No hay jefe, ni supervisor, ni reloj con el que fichar, ni jornada que haya que cumplir. Escriben por el día o por la noche. Beben cuando quieren. Andy cree que escribe mejor cuando está de resaca, pero yo no estoy muy convencido.»
John Grisham es el referente por antonomasia del thriller legal. Es un escritor bastante popular en las librerías y publica al menos una novela por año. Tiene más de cuarenta títulos en su bibliografía y aparte de sus novelas legalistas habituales cuenta con una saga juvenil, libros de no ficción y otras novelas donde explora su escritura con relatos de vida, su pasión por el deporte, entre otros temas. El caso Fitzgerald pertenece a esta categoría miscelánea del autor.
Scott Fitzgerald es considerado uno de los mejores escritores estadounidenses del Siglo XX. Perteneció a la famosa Generación Perdida junto con otros grandes de aquella época como William Faulkner, Ernest Hemigway y John Steinbeck, todos ganadores del Nobel de Literatura. Lamentablemente la vida de Scott Fitzgerald fue demasiado corta como para que su talento pudiera ser apreciado y reconocido, su estilo de vida y su adicción al alcoholismo dañaron su salud. Murió a los 44 años y sin saber dejó un legado en la literatura norteamericana. Muchos consideran que Fitzgerald es el arquetipo de un escritor maldito, porque tenía un talento innato y produjo grandes obras que no fueron valoradas sino póstumamente, además que su vida estuvo invadida de penas y peripecias, que la terminaron por consumir súbitamente. Entre sus obras más notables se encuentran: A este lado del paraíso, El gran Gastby y Suave es la noche. Hoy en día estos manuscritos son invaluables porque son parte de la cultura estadounidense, son un patrimonio.
El caso de Fitzgerald es un guiño a la pasión por la literatura tanto como lo es prácticamente toda la saga de El cementerio de los libros olvidados de Carlos Ruiz Zafón, Rey de Picas de Joyce Carol Oates, Quien pierde paga de Stephen King, y bueno, si se es un escritor muy prolífico lo más seguro es que más de algún libro de toda su obra lo dedique a crear una ficción que rinda un tributo a la literatura mencionando dentro de sus páginas a grandes obras que han influido o han sido reconocidas en el mundo de las letras. Grisham lo hace a su manera, con un thriller que combina un robo profesional, persecución del FBI, investigaciones paralelas y espionaje, asesinato, un romance de verano y un oscuro mundo de coleccionistas de libros. Las primeras ediciones de grandes novelas suelen ser muy valiosas y los coleccionistas pujan mucho debido a lo limitado de la oferta. Solo hubo una primera edición de El guardián entre el centeno de J.D. Salinger, de Meridiano de sangre de Corman McCarthy, de El señor de las moscas de William Golding, etc. Y una cosa es la primera edición y otra el manuscrito del escritor, ya sea a puño y letra o tipeado en máquina de escribir.
He aquí la sinopsis:
«Una banda de ladrones consigue robar algo que, pese a no tener precio, está asegurado en veinticinco millones de dólares: los cinco manuscritos originales de las novelas de Francis Scott Fitzgerald, que hasta hacía poco yacían en una cámara acorazada bajo la biblioteca de la Universidad de Princeton. Un botín imposible de resistir. Bruce Cable regenta una prestigiosa librería en la ciudad de verano de Santa Rosa, en Camino Island. No obstante, muy pocos saben que su auténtico negocio a menudo lo lleva a adentrarse en el peligroso, pero tremendamente lucrativo, mercado negro de los libros y manuscritos robados. Mercer Mann, una joven y endeudada escritora que solía pasar sus veranos en la idílica playa de Camino Island, recibe una propuesta que no puede rechazar. Volverá a la paz de la isla para escribir su novela y, entretanto, se acercará al círculo de escritores de cierto librero de dudosa reputación... y a su interesante colección de manuscritos. Sin embargo, Mercer se pondrá en peligro al descubrir más de lo necesario.»
La última línea de la sinopsis es completamente falaz, tanto que hasta causa gracia. Omitirla es mejor. Pese a que es un thriller tiende a ser muy ligero y el único riesgo de la protagonista es el de un embarazo no deseado.
El caso Fitzgerald es una novela que como fin tiene el entretenimiento. No es nada pretenciosa y no estoy seguro si Grisham se la tomó en serio, porque considero que pudo haber investigado más y experimentar con otro tipo de diálogos en sus personajes que no solo fueran cotilleos. Lo cierto es que es un pasaje para conocer y recordar esas grandes obras del Siglo XX, aunque sea solo la mención del título es suficiente para evocar muchos recuerdos.
La novela tiene cuatro líneas narrativas: la de los ladrones profesionales de arte, la del librero Bruce Cable y la de la escritora Mercer Mann, y esta última es la más trabajada y pulida. El final de la novela pueda que sea decepcionante y anticlimático, muy distante a lo que esperábamos, pero no por ello vamos a denostar el buen rato que nos hizo pasar. Siempre he pensado que una historia que tiene un buen final no necesita epílogo, El caso Fitzgerald lo tiene.
No es de lo mejor de Grisham, parece una novela genérica más que tan pronto se termina vuelve a la repisa sin darnos demasiado en que pensar. Lo cierto es que está bien escrita y engancha. Es fácil imaginarse entrando a la sección de primeras ediciones autografiadas de la librería Bay Books en Camino Island, para luego subir a la terraza y tomar un latte mientras abrimos nuestro nuevo libro.
A propósito, mi ejemplar de El caso Fitzgerald es una primera edición, aunque en español, tal vez en unos cien años sea valioso.
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