martes, 19 de mayo de 2020

EL INSTITUTO de Stephen King


«Esta vida que creemos vivir no es real. No es más que teatro de sombras, y personalmente me alegraré cuando se apaguen las luces. En la oscuridad, todas las sombras desaparecen.»
Stephen King no es un escritor que necesite presentación. Ha marcado a toda una generación de lectores y con toda probabilidad su legado perdurará en el tiempo. Con más de cincuenta libros publicados parece que no hay nada que lo detenga ni tema que no haya abarcado y cada año vemos al menos un título nuevo de King en las librerías. Entre todo lo escrito hay novelas que brillan más que otras, libros impresionantes y obras que apenas superan las expectativas, pero no es el caso de El Instituto donde volvemos a esas historias que nos detienen el corazón en el suspenso de su trama. Tenemos de vuelta al King clásico con una historia que involucra preadolescentes, poderes mentales y un horror.

En 2003 Stephen King recibió una distinción por su contribución a la literatura norteamericana por la National Book Foundation. Este es un reconocimiento que se viene entregando desde 1988 y que lo han recibido escritores de la talla de Ray Bradbury, Philip Roth y Don DeLillo, por mencionar algunos. Muchos consideran que King es un escritor de género y comercial, que no merecía esa distinción ni ninguna otra que tomara su obra como literatura. Obviamente en esto hay mucha tela que cortar, porque entramos a esa absurda discusión de qué es literatura o qué es alta literatura y luego caemos en ese puritanismo que reconoce más la técnica y la forma que el contenido. Stephen King es un escritor de bestseller, pero lo ha conseguido porque ha hecho que sus personajes sean empáticos con el lector, y claro que podrá tener alguna que otra obra ligera y sin sustancia real, pero también tenemos obras que son completamente literarias como los relatos contenidos en Las cuatro estaciones y que no dejan de tener el estilo propio de King. En cualquier caso, Stephen King hoy tendrá detractores, pero sus seguidores lo superan y con creces. Tal vez no sea un escritor para ganar un Premio Nobel de Literatura, pero sí que lo es para ganar nuestra atención, preferencia y simpatía.

El Instituto superó mis expectativas. No esperaba que llevara ese ritmo. Aquí la sinopsis:
«En mitad de la noche en un barrio tranquilo de Minneapolis raptan a Luke Ellis, de doce años, tras haber asesinado a sus padres. Una operación que dura menos de dos minutos. Luke se despierta en la siniestra institución conocida como el Instituto, en un cuarto que se asemeja al suyo pero sin ventanas. En habitaciones parecidas hay más niños: Kalisha, Nick, George, Iris y Avery Dixon, entre otros, que comparten capacidades especiales como la telequinesia o la telepatía. Todos ellos se alojan en la Mitad Delantera de la institución. Los mayores, en cambio, se encuentran en la Mitad Trasera. La señora Sigsby, la directora, y el resto del personal se dedican a aprovecharse sin compasión del talento paranormal de los chicos. Si te portas bien te premian con miseria. Si no, el castigo es brutal. Luke se da cuenta de que las víctimas van desapareciendo y son trasladadas a la Mitad Trasera, así que se obsesiona con huir y pedir ayuda. Pero nunca nadie ha escapado del Instituto.»
El libro inicia con la historia de Jim Jamieson quien está pasando por una crisis de vida. Había sido un buen policía cuando fue despedido por los propios gajes del oficio. No teniendo nada planificado viajaría hasta Nueva York, probaría suerte. Pero hubo algo que tomó como señal. Bajó del vuelo aprovechando una situación donde requerían un asiento a cambio de una gratificación. Ahora tenía el dinero del boleto más otra buena cantidad de dólares. Decidió ir hasta su destino como un trotamundos por autostop y finalmente se detuvo en un pueblecito rural. Allí solicitó el puesto de sereno. Su abuelo había sido sereno. Y lo que empezó como algo transitorio se convirtió en un autodescubrimiento. 

A Jim Jamieson no se le menciona en la sinopsis. Supongo que estos capítulos fueron escritos posteriormente a la historia central y luego incorporados. O bien, pertenecían a otra historia que King no supo como encaminarla y terminó uniéndola con la de El Instituto. Y es que al principio son dos relatos completamente distintos. El de Jim Jamieson me parece que, de haberlo continuado, hubiera llevado a nuestro personaje a un autodescubrimiento personal, la búsqueda de un propósito, hubiese sido algo mucho más literario, ajeno a un thriller, podría haber quedado bien como un relato corto. La historia de El Instituto guarda más un estándar con el King que prefiere la exploración de lo sobrenatural, creando un ambiente mucho más asfixiante y estresante, donde el verdadero terror es creado por las personas normales que se han deshumanizado cual si fuera monstruos. La forma en que los dos relatos se encuentran me parece aceptable. Pero luego, en las decisiones de hacia donde llevarlo no me pareció lo más acertado ni convincente. 

El Instituto tiene sus bemoles. Personalmente considero que el final, aunque espectacular en la escena, carece de la lógica que la trama había planteado al inicio. Todos sabemos que Stephen King es un excelente narrador, puede crear personajes tan creíbles y tridimensionales como si de una persona real se tratase, pero los finales no son su especialidad. Las últimas cien páginas de El Instituto son las que tienen más agujeros que un colador y no hay manera de sostenerlos, es como un castillo de naipes golpeado por el viento. Uno sigue con la lectura por pura lealtad. Orson Welles decía que un buen final depende de donde pares la historia. 

No obstante El Instituto es una novela muy satisfactoria y emocionante. Nos mantiene en vilo la mayor parte del tiempo y la premisa, aunque quizá pueda parecer trillada, Stephen King es lo suficientemente habilidoso para darle un giro y una perspectiva distinta y que se sienta fresca todo el tiempo. Particularmente me gustó la parte de la fuga, capítulo tras capítulo, lo único que queríamos leer es que Luke lo logró. Solo el tiempo dirá si “El Instituto está a la altura de los viejos clásicos como IT, El Resplandor o Misery, pero a mí me lo parece y de momento lo ubicaría en lo nuevo sobresaliente de King con 22/11/63, Revival y El Visitante.
«Los grandes acontecimientos basculan sobre bisagras pequeñas.»

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