«Tyler hablaba de ser la escoria del mundo, los esclavos de la historia, así me sentía. Quería destruir todas las cosas hermosas que nunca tendría. Incendiar las selvas tropicales del Amazonas. Provocar emisiones de clorofluorocarbonos que destruyan el ozono. Abrir las válvulas de los contenedores de los superpetroleros y verter directamente al océano el crudo de los pozos petrolíferos. Quería matar todos los peces que no podía permitirme comer, y empantanar las playas francesas que nunca llegaría a ver. Deseaba que el mundo entero tocara fondo.»
Esta es una novela que supera en fama a su propio autor y seguramente todos hemos escuchado de El club de la pelea por la película homónima de 1999 dirigida por David Fincher y protagonizada por Brad Pitt y Edward Norton. Una película que con el tiempo se elevó a la categoría de película de culto y da gusto analizarla. Chuck Palahniuk, por otra parte, no es que sea un escritor muy reservado como Cormac McCarthy o misántropo como Thomas Pynchon, pero no es muy conocido a pesar de que haya publicado más de quince obras de calidad literaria. Muchas personas incluso se sorprenden de que El club de la pelea haya comenzado como una novela.
El club de la pelea es una novela publicada en 1996 con un estilo minimalista, pero no carente de profundidad. Retrata a una persona que llegó a un punto de quiebre y en negación a una sociedad decadente. Si “El club de la pelea fuera música sería ese grunge de inicio de los noventa. He aquí la sinopsis:
«La primera regla del club de la pelea es no hablar del club de la pelea. Cada fin de semana, en sótanos y aparcamientos a lo largo y ancho del país, jóvenes oficinistas se quitan los zapatos y las camisas y pelean entre sí hasta la extenuación. Los lunes regresan a sus despachos con los ojos amoratados, algún diente de menos y un sentimiento embriagador de omnipotencia. Estas reuniones clandestinas son parte del plan con el que Tyler Durden, proyeccionista, camarero y oscuro genio anárquico, aspira a vengarse de una sociedad enferma por el consumismo exacerbado.»
Hace meses que leí esta novela y he procrastinado escribir este post porque no es una novela tan fácil de abordar y tiene muchas aristas y perspectivas. La podría comparar en complejidad con El guardián entre el centeno de Salinger o El extranjero de Camus. Obras cuyos autores no anticiparon que estaban reflejando un hito tan literario como filosófico. Es la primera novela publicada de Palahniuk, pero no la primera que escribió, esta compila muchos fragmentos de historias descartadas y en realidad la idea surgió de la extensión de uno de los capítulos de la obra. Esta novela es tanto una montaña rusa como una ruleta rusa. ¿Qué pasa cuando un nihilista y se encuentra con un anarquista?
Las sociedades no están en decadencia, son decadentes, siempre lo han sido. Son decadentes para el individuo porque lo reducen, lo castran y lo categorizan. Quizá en la Edad Media, en el Renacimiento o en la Revolución Industrial esto no importaba o importaba poco. Las personas encontraban su papel dentro de la sociedad y lo desempeñaban. Los vacíos que experimentaban los complementaban con la fe y la esperanza. En la medida que las sociedades se desarrollaron, el conocimiento se hizo más accesible y la ciencia suprimió a Dios, los individuos tomaron una consciencia diferente, el amanecer era el mismo, pero su alma se había extinguido. Pudieron evaluar si lo que son o lo que quieren ser es su auténtica voluntad o una consecuencia o reflejo de la sociedad. Estamos en una época donde el individuo es el centro y existe un esfuerzo para demostrar que todos tienen una voz, aunque esas voces y ese individuo no es tal sino un reflejo de todos, y al marcharse su vacío no es más que olvido, nada se detiene y es como si nunca hubiera existido.
«Esto era la libertad. La libertad consistía en perder toda esperanza. Si no decía nada, la gente del grupo se ponía en lo peor. Lloraban con más fuerza. Yo lloraba con más fuerza. Mira las estrellas y desaparecerás.»
El narrador era un profesional técnico que trabajaba realizando peritajes en accidentes automovilísticos, tenía un buen ingreso que le permitía tener un bonito apartamento amueblado y equipado con las mejores opciones de catálogos. Aparentemente gozaba de una vida cómoda y además era joven y saludable. Sin embargo, padecía de insomnio y se sentía atrapado en su vida, aunque no sabía que lo estaba. Su psiquiatra le recomendó asistir a reuniones terapéuticas de grupos de ayuda. Allí conoció a personas que verdaderamente estaban experimentando el dolor, la miseria y el fin de la vida. Ver y sentir el sufrimiento de otros le complementaba hasta que conoce a otra persona que, al igual que él, finge enfermedades o condiciones, para integrarse a los grupos de apoyo. Esto lo desconcertó.
«Si me despertara en un lugar distinto, en un momento diferente, ¿lograría despertarme siendo otra persona?»
El narrador no estaba satisfecho con su vida, no específicamente con sus logros y éxitos, sino porque sentía que su vida no parecía una decisión voluntaria, sino una imposición. Él hizo lo que se esperaba que una persona en sus condiciones hiciera. Pero ignoraba que es lo que realmente quería y no sabía si realmente quería algo. El narrador es un nihilista. No intentaba cambiar nada, simplemente vivía en negación, pero vivía al final de cuentas. La soledad no era un problema, tampoco el vacío porque, aunque se rodeaba de personas estas, al igual que él, también eran reflejos, puros y vanos detalles condenados al olvido sin dejar ninguna huella. Pueda que la sociedad impacte al mundo, pero una persona, a menos que sea excepcional, difícilmente impactará a la sociedad. Un nihilista jamás afectaría a la sociedad. Un anarquista quizá.
«Un minuto era suficiente, dijo Tyler; hay que trabajar duro para lograrlo, pero por un minuto de perfección valía la pena el esfuerzo. Lo máximo que podías esperar de la perfección era un instante.»
Pareciera que todos vivimos para consumir. No es que El club de la pelea sea una novela anticapitalista porque lo que critica o satiriza, dependiendo de la perspectiva, es la alienación. Somos individuos, pero al mismo tiempo somos una contradicción al concepto. Nuestros pensamientos y decisiones son moldeados por nuestras enajenaciones. La sociedad es materialista y sus integrantes tratan y juzgan el valor y éxito de las personas por la marca del auto que conducen. El ser humano es un ente social, concebir su existencia fuera de ese orden es inútil y contraproducente, por lo que debe ceder su individualidad por su propio bien y todo esto lo hace de una forma inconsciente. Si se lo puede permitir se comprará unos Nike no porque sean las zapatillas que más le gustan, sino porque son las zapatillas que cree son las que encajarían mejor con la imagen que intenta proyectar en la sociedad, con la cual paradójicamente buscaría diferenciarse y a la vez encajar.
«Finalmente, te quedas atrapado en tu precioso nido y los objetos que poseías ahora te poseen a ti.»
Todos conocen la historia por la película por lo que no creo que sea ningún spoiler decir que Tyler Durden es el alter ego del narrador que dice hasta aquí y se convierte en el catalizador del caos. La novela es un camino progresivo a la autodestrucción, pero el individuo es incapaz de autodestruirse solitariamente y como todo ente social debe arrastrar en su propia decisión a la sociedad. Causar tanto daño como sea posible. Dejar no una huella, una cicatriz. Llega un momento en que el narrador solo quiere ver al mundo arder. El caos no es racional.
Las peleas clandestinas son mecanismos de escape. Resulta que el sentimiento del narrador es una condición compartida. Esto me recuerda a esos medios de escape de la realidad que verdaderamente muchas personas usan. Todos los viernes o sábados, los bares y antros de todo el mundo reúnen personas que buscan embriagarse, desinhibirse, salir de su realidad, de su vida de mediocridad. El alcohol se convirtió en esa droga tan dañina como necesaria, útil para que el individuo encuentre un alivio para una condición que no puede cambiar o no quiere cambiar o no entiende. El alcohol es la ambrosía del nihilista.
«Si no sabes lo que quieres, terminas teniendo un montón de cosas que no necesitas.»
No saber lo que se quiere es una enfermedad crónica. No es una enfermedad letal, no es dañina para la salud y tampoco provocará ninguna fiebre. La consecuencia simplemente es el olvido.
Una novela de culto que se convirtió en una película de culto; y pese a que han transcurrido más de veinte años desde su publicación, ha envejecido bastante bien dando la impresión de que es atemporal, pero no lo es. La sociedad es la misma y cualquier Tyler Durden encajaría.
«Las abejas obreras libranhasta los zánganos saben volarla reina es la esclava»
No hay comentarios:
Publicar un comentario