«Sin embargo, a pesar de todos estos beneficios, la mayoría de los gerentes de felicidad o de personal con quienes hablé coinciden en que los principales motivos de atracción y retención de empleados son los sueldos, los servicios de salud, los subsidios educativos y –lo que es cada vez más importante– las posibilidades de crecimiento profesional. La gente busca un futuro, además de un sueldo.»
Andrés Oppenheimer es un destacado periodista, escritor y analista político, nacido en Buenos Aires, Argentina. Comenzó su carrera periodística en su país natal, trabajando para varias publicaciones antes de trasladarse a Estados Unidos, donde se unió a The Miami Herald en 1983 como corresponsal para América Latina. Su trabajo en temas latinoamericanos, especialmente su cobertura del escándalo Irán-Contra, le valió un Premio Pulitzer en 1987 como parte del equipo de The Miami Herald. Oppenheimer ha sido reconocido con otros galardones importantes, como el Premio Ortega y Gasset y un Emmy Suncoast. Es autor de varios libros influyentes, siendo La hora final de Castro, publicado en 1992, uno de los más destacados, en el cual analiza los cambios políticos en Cuba y su impacto en la región. Su programa Oppenheimer Presenta en CNN en Español, en el que realiza también entrevista a diversos líderes mundiales, lleva más de diez años transmitiendo y es considerado un espacio influyente en el panorama político de la región latinoamericana.
Comencé a leer a Andrés Oppenheimer con su libro Cuentos Chinos, publicado en 2005, y lo leí el mismo año de su lanzamiento. Ese libro abordaba la política latinoamericana de manera incisiva, desvelando la realidad de una «nueva izquierda» que, en realidad, no era más que el populismo clientelar y autoritario de siempre, pero con un disfraz renovado, presentándose como el «socialismo del siglo XXI». En aquella época, figuras como Chávez en Venezuela, Evo Morales en Bolivia, Lula en Brasil y Kirchner en Argentina marcaban la pauta en la región. Oppenheimer hacía una distinción interesante entre lo que él llamaba la «izquierda carnívora» y la «izquierda vegetariana». La primera, representada por Chávez, era más inclinada hacia el caudillismo, buscando enemigos externos como el imperialismo estadounidense, y enemigos internos como los empresarios. La izquierda vegetariana, por otro lado, era más progresista en apariencia; aunque mantenía una cercanía con los carnívoros como Chávez y Castro, también buscaba atraer inversión extranjera. Años después, Oppenheimer publicó Basta de historias en 2010, una especie de continuación de Cuentos Chinos. En este libro, enfatizaba cómo en América Latina seguimos repitiendo los mismos errores. La ignorancia, la pobreza, la polarización política y la corrupción permiten que proliferen gobiernos de izquierda. Aquí ya entraban en escena figuras como Correa en Ecuador, cuyo gobierno tuvo consecuencias negativas para institucionalidad, Maduro en Venezuela, quien llevó al país a la ruina, y Manuel López Obrador en México que ha hecho otro tanto. Fue un análisis tan lúcido como desolador de cómo las mismas dinámicas se repiten en nuestra región y parece que estamos dentro de un círculo vicioso de corrupción política.
¡Cómo salir del pozo! no trata de política, al menos no de la forma usual, ni de la innovación e inventiva de los países, temas recurrentes en la obra de Oppenheimer, sino que se centra en la medición de la felicidad. Aunque el tema es diferente y atípico en su repertorio, desde las primeras páginas es evidente que estamos ante un libro de Oppenheimer. He aquí la sinopsis:
«Según estudios recientes, las personas felices viven entre seis y diez años más que las infelices. Una ola de descontento recorre el mundo, y cada vez menos personas se sienten verdaderamente felices. Las encuestas revelan un aumento constante de la insatisfacción, el estrés y la depresión a nivel global. ¿Qué está sucediendo? ¿Por qué los niveles de infelicidad alcanzan récords preocupantes? ¿Cuáles son las últimas innovaciones de países, empresas, escuelas y la ciencia para revertir esta tendencia y aumentar la felicidad? Andrés Oppenheimer explora este fenómeno global y ofrece nuevas perspectivas para salir del pozo de la insatisfacción. A través de una exhaustiva investigación en diversos países, concluye que el crecimiento económico –el parámetro que usamos para medir el progreso– es necesario, pero no suficiente para aumentar la felicidad. Hay otros factores, como la perdida de comunidad, la carencia de propósito y la adicción a las redes sociales, que están alimentando la desesperanza. Sin embargo, lo más interesante es que están surgiendo soluciones concretas y accesibles para aumentar la satisfacción de vida.»
Los libros recientes de Andrés Oppenheimer, como Cuentos Chinos, Basta de Historias, Crear o Morir, ¿Sálvese quien pueda! y ¡Cómo salir del pozo!, comparten una estructura narrativa distintiva que mezcla el ensayo con una técnica en la que el autor se convierte en un personaje dentro de la historia, conocido como inmersión periodística. Oppenheimer utiliza un enfoque sistemático que comienza con viajes a diversos países donde entrevista a líderes políticos, empresarios y expertos locales. Estas entrevistas son la base sobre la cual construye sus argumentos, pero no se detiene ahí. Oppenheimer contrasta lo que escucha en esas conversaciones con estadísticas del país y las compara con datos de otras naciones, creando un sistema de contraste que enriquece la narrativa. Además, él mismo se involucra en experiencias dentro de esos países para verificar la autenticidad de las entrevistas, lo que le permite ofrecer un análisis más profundo y matizado. En ¡Cómo salir del pozo!, este método se aplica al tema de la medición de la felicidad, un enfoque en apariencia disruptivo para él, pero en el que mantiene su estilo característico. A través de este proceso de inmersión, entrevistas y contraste, Oppenheimer logra crear libros que no solo informan, sino que también permiten al lector viajar con él, haciéndolo partícipe de sus descubrimientos y reflexiones.
Según algunas entrevistas que he leído, Andrés Oppenheimer decidió escribir ¡Cómo salir del pozo! impulsado por la creciente ola de descontento global que ha observado en los últimos años. Este fenómeno de insatisfacción y aumento de la infelicidad, evidenciado por encuestas globales, despertó su curiosidad y lo llevó a investigar qué hace que ciertos países sean más felices que otros. Para ello, Oppenheimer viajó a lugares como Dinamarca, Finlandia, Bután, Israel e India, donde entrevistó a líderes y expertos para comprender cómo estas sociedades enfrentan la infelicidad. Entre las entrevistas más reveladoras estuvieron las realizadas en Bután, con su enfoque en el «Índice de Felicidad Nacional Bruta» en sustitución del Producto Interno Bruto –PIB–, y en India, donde observó las «clases de felicidad» en escuelas públicas.
En ¡Cómo salir del pozo!, Oppenheimer toma como eje central el World Happiness Report, un informe anual que clasifica a los países según la felicidad percibida por sus ciudadanos, un concepto que, para algunos, roza lo subjetivo y, para otros, inaugura una nueva manera de medir el éxito de las naciones. Publicado desde 2012 por la Red de Soluciones de Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas, este informe evalúa la felicidad a través de una serie de indicadores que van desde el PIB per cápita y el apoyo social, hasta la libertad para tomar decisiones y la percepción de la corrupción. Los países escandinavos suelen encabezar el ranking, señalando una y otra vez su capacidad para crear sociedades que, al menos en apariencia, han descifrado el enigma del bienestar. No obstante, este enfoque disruptivo también ha encontrado sus críticos, principalmente entre economistas tradicionales y políticos conservadores, quienes desconfían de la fiabilidad de un índice basado en percepciones subjetivas, y que, según ellos, puede ignorar las complejidades sociales y económicas. Aun así, el World Happiness Report es una referencia cada vez más influyente, que expone las grietas en los métodos tradicionales de medición y propone, con sus imperfecciones, una manera más amplia y quizás más sensata de entender el bienestar de las poblaciones.
Los países escandinavos, como Finlandia, Dinamarca y Noruega, lideran regularmente el World Happiness Report debido a varios factores clave que trascienden la mera riqueza económica. Estos países cuentan con un sólido sistema de apoyo social, donde la confianza en las instituciones y entre los ciudadanos es elevada. Además, sus sistemas de bienestar garantizan acceso universal a la salud, la educación y otros servicios esenciales, reduciendo la incertidumbre económica. La equidad en la distribución de la riqueza es otro factor crucial, lo que disminuye la disparidad económica y fortalece la cohesión social. Asimismo, la libertad personal y la estabilidad democrática permiten a las personas ejercer un mayor control sobre sus vidas. Y para matizar, el equilibrio entre el trabajo y la vida personal, respaldado por políticas laborales favorables al tiempo libre y las actividades familiares, contribuye significativamente a una mayor satisfacción en la vida y, por ende, a un nivel de felicidad más alto.
En contraste, en el caso de América Latina, Haití, Venezuela y Argentina se encuentran al final del World Happiness Report debido a una combinación de factores que afectan gravemente el bienestar de sus poblaciones. En Haití, la pobreza extrema, la inseguridad y la falta de servicios básicos contribuyen a un nivel de vida que, en muchos casos, es insostenible. Venezuela, por su parte, sufre una crisis humanitaria exacerbada por el colapso económico y la represión política, lo que ha llevado a millones de personas a la desesperación. En Argentina, la alta inflación, la corrupción y la inestabilidad política han minado la confianza en las instituciones y el futuro, generando una profunda insatisfacción social. Estos países, al igual que otros en el fondo de la lista, como Afganistán y Líbano, superados solo por algunos países africanos como Lesoto y Sudán del Sur, muestran cómo la combinación de crisis económicas, políticas y sociales puede devastar el bienestar y la felicidad de sus ciudadanos.
La abundancia de recursos naturales como petróleo, oro y diamantes no garantiza la felicidad ni el bienestar de una nación; de hecho, en muchos casos, puede ser un factor que agrava los problemas sociales y políticos. Sierra Leona, rica en diamantes, ha enfrentado décadas de conflicto, corrupción y pobreza extrema. Venezuela, con las mayores reservas de petróleo del mundo, está sumida en un colapso económico y una crisis humanitaria sin precedentes para el país que ha dejado a millones en la miseria. Afganistán, con vastos recursos minerales, ha sido devastado por la guerra y la inestabilidad, atrapando a su población en la pobreza. En contraste, países como Suiza y Japón, con escasos recursos naturales, han logrado construir economías prósperas y sociedades estables. Estos y otros ejemplos han demostrado que el desarrollo y el bienestar dependen más de la gestión eficiente, la educación y la innovación, que de la mera riqueza natural. La prosperidad y, por extensión, la felicidad son el resultado de una gobernanza eficaz, instituciones sólidas y un enfoque en el desarrollo humano, más que de la riqueza material.
En ¡Cómo salir del pozo!, Oppenheimer concluye ofreciendo, lo que según su criterio son diez recetas para superar el descontento y mejorar el bienestar, dirigidas tanto a gobiernos como a individuos. Para los gobiernos, enfatiza primero la importancia de hacer crecer la economía, ya que la pobreza es un obstáculo directo para la felicidad. Sin recursos suficientes, las personas no pueden satisfacer sus necesidades básicas, lo que perpetúa un ciclo de descontento y frustración. Vivir en democracia es otra clave, pues los regímenes autoritarios no solo reprimen la libertad, sino que generan un ambiente de desconfianza y miedo, condiciones incompatibles con una vida feliz. Combatir la corrupción es una receta fundamental. La corrupción no solo erosiona la confianza en las instituciones, sino que también distorsiona las oportunidades económicas, creando un terreno fértil para el surgimiento de gobiernos populistas que prometen soluciones rápidas, pero a menudo agravan los problemas, como se ha visto en Venezuela y Nicaragua. Oppenheimer también sugiere dar clases de felicidad en las escuelas, inspirándose en iniciativas exitosas en países como la India, donde enseñar a los niños a identificar y valorar la felicidad ha mostrado resultados prometedores. Medir la felicidad es igualmente crucial, pues lo que no se mide, no se puede mejorar, y solo así los gobiernos pueden diseñar políticas efectivas para aumentar el bienestar de sus ciudadanos.
En el ámbito personal, para el individuo, para el lector, Oppenheimer destaca la importancia de tener un propósito, un sentido claro de dirección que pueda contrarrestar la desesperanza y la apatía. Sin un propósito, las personas se ven arrastradas por la inercia, lo que puede llevar a la depresión. Aumentar las actividades comunitarias es otra recomendación, ya que la interacción social y la sensación de pertenencia son fundamentales para el bienestar emocional. Oppenheimer también resalta la necesidad de crear más espacios verdes, recordando que el contacto con la naturaleza tiene efectos positivos demostrados sobre la salud mental. Otro punto clave es la necesidad de estar menos obsesionados con el estatus social; la constante comparación con los demás solo genera ansiedad y no contribuye a una vida plena. Finalmente, mirar hacia adelante es esencial: mantener la esperanza en el futuro y centrarse en lo que se puede lograr es la única manera de construir un camino hacia la felicidad.
¡Cómo salir del pozo! es una obra que educa tanto en la política de la felicidad como en la propia filosofía del bienestar. Aunque algunos puntos pueden parecer abordados de manera simplista, esto se debe a que trata problemas que han sido objeto de debate filosófico durante siglos. Oppenheimer nos lleva a reflexionar sobre cuestiones que han preocupado a filósofos desde tiempos antiguos: la búsqueda del propósito, la importancia de la comunidad, y la relación entre libertad y felicidad, búsqueda, por cierto, interminable. No obstante, al explorar esto, el autor ofrece soluciones prácticas para mejorar el bienestar social y personal y, en consecuencia, nos invita a un examen más profundo de lo que realmente significa ser feliz en este mundo cada vez más complejo y conectado. Particularmente considero que es una lectura valiosa y que aporta mucho conocimiento y reflexión al lector, muy recomendable.
Para finalizar, algunas líneas que vale la pena volver a leer:
«Tener seguridad económica, buenos amigos y, después de una jornada de trabajo voluntario, ir a un bosque y hacer el amor, son los factores de la fórmula de la felicidad.»
«La gente que está más feliz con su trabajo es la que está más comprometida con su empresa, asciende rápidamente a cargos de liderazgo, es más productiva y creativa, y sufre menos problemas de salud.»
«Hay tres formas de trabajar en la vida: la primera es hacerlo como una obligación y ser infeliz, la segunda es hacerlo como una máquina, para ganarse el pan; y la tercera es encontrar la satisfacción de estar haciendo algo para ayudar a otros y ser más felices. La alegría de la vida está en la perspectiva que uno adopte. Viene desde dentro, y no desde fuera.»
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